opinión

Recordando a Ernesto Beautell

Otro de los grandes hombres del mundo de la cultura en Tenerife fue Ernesto Beautell No solamente era un buen plástico, sino un estudioso, tanto de la vestimenta de los antiguos habitantes de la Isla, así como del rico folclore en las distintas modalidades del canto.

Emocionaba el poder contemplar las obras que presentaba en sus exposiciones; generalmente, en el Real Casino de Tenerife, en su hermosa y desaparecida sala de arte. En sus cuadros se apreciaba el intenso canarismo y el amor a la tierra. Tanto sus acuarelas como sus óleos eran embajadoras de las Islas, por su color, vistosidad, movimiento en los bailes. Personajes isleños de aquella época, sobre todo del sur de la Isla, cuando iban en camello, era el medio de transporte de las tomateras, y en estos trabajos pictóricos de nuestro artista en las caras se podía encontrar hasta el último detalle, sus ojos, sus pañuelos atados a la cabeza a la antigua usanza de las campesinas; los ceños fruncidos, tal vez por el sol, o por el agotamiento del trabajo, cubiertas con sombreros de paja y calzando alpargatas.

De igual modo, Beautell estudió el folclore, consiguiendo gran expresión en las figuras de los bailarines, ya fueran de isas y folías, de malagueñas o saltonas. Sus personajes, que los vivió en sus visitas a la Isla, ante la vista del espectador, saltan y bailan, incrementado por el cromatismo de los trajes típicos, los auténticos , los que venían de generación en generación.

Ernesto Beautell era colorista, por lo que a sus obras sobre el folclore le daba todo, los rojos amarillos, violetas y negros abundaban en sus cuadros. Dominaba los secretos de mover los brazos y piernas, además de dar en su justo momento la agilidad propia de lo que quería representar. Famosos sus cuadros de los bailarines enredando las cintas, sobre todo los de Güímar. Óleos y acuarelas de temas profundamente canarios y de la tierra.

Le apasionaba la fuerza y equilibrio del pueblo guanche cuando con sus pértigas daban grandes saltos, uno de los principales deportes de los aborígenes. Él los llevaba a sus telas, convirtiéndolos en testimonio que merece la pena poder contemplar.

A Beautell también lo conocíamos con sus acuarelas y óleos dedicados al mundo del ballet y del folclore español, especialmente la danza, sin olvidar en todas sus exposiciones, el tema del circo, realizando retratos de payasos y polichinelas. Le fascinaba la caricatura, decía en varias ocasiones que era “caricaturista”. Realizó muchas a personajes famosos. Una de sus últimas exposiciones las realizó en la sala de arte que tenía Iberia en sus oficinas. Quería realzar la pintura en sus paredes de ventas de billetes. A Ernesto Beautell, lo recordaremos siempre por su arte, que fue grande, por sus estudios sobre la indumentaria, sobre todo de la mujer canaria, por el movimiento de los bailes típicos, que luego llevaría a sus trabajos, y no solo estos, sino el ballet clásico y la danza. Gran parte de su obra se encuentra en Tenerife en colecciones particulares y sociedades.