yo, tú, ella

Toñi Varela: “La mujer tiene que creerse capaz de triunfar en ciencia”

Toñi Varela. | ANDRÉZ GUTIÉRREZ
Toñi Varela. | ANDRÉZ GUTIÉRREZ

Por Verónica Martín

Si nos dejáramos llevar por los prejucios y nos encontráramos a Toñi Varela en la cola del supermercado jamás descubriríamos a qué se dedica. Va siempre impecable y muy femenina. No descuida su vestimenta y luce una perfecta figura pese a que sus hijos ya han pasado por la universidad. Sonríe todo el tiempo. Y es astrofísica. Dejando los estereotipos y los prejuicios a un lado, descubriríamos que es una de las investigadoras más brillantes -tanto en la faceta científica como en la de gestión- del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC). Una mujer que habla con pasión del cielo y que, poco a poco, también ha indagado mucho en cómo son y han sido otras mujeres científicas. Para resumir en su cargo en esta entrevista la hemos presentado como investigadora-ingeniera del IAC pero, también, es responsable de los equipos de prospección astronómica del IAC; investigadora del Grupo de Calidad de Cielo del IAC ; colaboradora externa de la Fundación Starlight y profesora de la Universidad de Mayores de la ULL.

-¿Cuándo decidió ser astrofísica?
“Recuerdo que fue pasando un verano en La Esperanza con mi familia. En esa época empecé a enamorarme del cielo de Tenerife y de Canarias y a leer algunos libros de divulgación de Astronomía. Como me gustaban las matemáticas y la física, no me daba ningún miedo empezar por estos estudios”.

-En esa época no muchas chicas estudiaban carreras de este tipo… ¿no la echó eso para atrás?
“No. Yo me veía capaz, era un reto. En aquel momento estudiar Astrofísica era muy novedoso, un poco exótico… Sabía que había observatorios en Canarias pero no era algo muy conocido. Estudié en la Universidad de La Laguna (ULL) donde la especialidad de Astrofísica acaba de empezar, aunque la tesis la realicé con estancias fuera”.

-¿Cómo empezó a trabajar en el IAC?
“En cuarto de Astrofísica, obtuve una beca para el Observatorio de Greenwich. Allí estuve haciendo trabajos de astrometría del Cometa Halley, digitalizando placas fotográficas. El verano siguiente empecé a trabajar con una beca en el IAC con Jordi Cepa y John Beckman. En ese momento tenía muchas posibilidades… incluso me habían ofrecido una beca en Cambridge… y decidí quedarme en el IAC”.

-¿Rechazó Cambridge?
“Mi familia estaba aquí y la posibilidad de hacer una tesis en Tenerife era muy interesante. Además, el IAC me facilitó la posibilidades de ir a congresos a Chile, Alemania… y parte de mi tesis la hice en París con el doctor Eduardo Simonneau, todo bajo la dirección de Casiana Muñoz-Tuñón. Tras la tesis saqué una plaza postdoctoral para hacer algo que era incipiente: la caracterización de observatorios”.

-¿Por qué deben caracterizarse los observatorios astronómicos?
“Es algo muy importante. En los años 90 el IAC decide que la caracterización de los observatorios debe hacerse de forma permanente y sistemática. Es cuando se crea el grupo de calidad de cielo: diseñamos los instrumentos y las estrategias de observación para tomar medidas, analizarlas y difundirlas tanto al público especializado como al general. Después tuve un contrato con Grantecan para estudiar la ubicación del Gran Telescopio Canarias (GTC)”.

-Uno de los grandes logros del IAC fue implicar a toda la sociedad canaria y a la administración en el objetivo de conservar la calidad del cielo… ¿cómo lo lograron?
“En el año 88 se establece la llamada ‘ley del protección del cielo’, que es pionera en el mundo porque nos protege tanto de la contaminación lumínica como de la radioeléctrica, la atmosférica y de rutas aéreas. Todo ello para conservar los cielos canarios pues tenemos unas circunstancias únicas que hace que el mar de nubes frene la entrada de polvo, entre otras cosas. Una ley que protege al cielo implica un alumbrado inteligente y esto supone un esfuerzo para la sociedad en general”.

-No ha sido fácil…
“No, pero a la larga las administraciones públicas se han ido dando cuenta de que se trata de un ahorro energético. Muchas disciplinas están interesadas en este aspecto. Sabemos que la contaminación nocturna afecta a muchas especies como tortugas, aves, pardelas, etc. y que la biodiversidad está vinculada a esto. Tenemos también intereses médicos porque hay ritmos biológicos que se pueden ver alterados con la contaminación lumínica. Desde el punto de vista ambiental, desde la Fundación Starlight se promueve el disfrute del paisaje nocturno. Por supuesto que desde el punto de vista astronómico, apagar una luz es encender una estrella y poder, así, entender mejor nuestro cosmos. El deterioro de nuestro cielo va en contra de todos. Al principio costó y sigue costando pero cada vez hay más concienciación mundial con respecto a esto. Por ello, cada vez hay más lugares que quieren ser destinos o reservas Starlight como ya son las cumbres de Tenerife, La Palma, o parte de Fuerteventura en Canarias y otros enclaves nacionales e internacionales”.

-Usted llegó al IAC en los años 90, ¿qué centro hay ahora en relación al de hace dos décadas?
“Hay que agradecer lo que el fundador y director emérito del IAC, Francisco Sánchez y a un excelente equipo de investigadores, ingenieros y demás personal del IAC haber conseguido que Canarias se encuentre entre los lugares de referencia para la astronomía y que albergue o sea candidato a ubicar los grandes telescopios como GTC o el E-ELT. Ahora vendrá la red de Telescopios Cherenkov -CTA y el gran telescopio solar europeo EST-y aún hay mucho que hacer en proyección internacional tanto en esto como en la publicación de artículos científicos de calidad, que se ha estado haciendo todo este tiempo”.

-¿Cómo ha afectado la crisis a este centro?
“Pues… en determinados proyectos el hecho de no tener los mismos recursos te obliga a sacar partido a todo lo que tienes. Reducir costes es muy grave porque hay trabajos y proyectos que no pueden salir e ideas de futuro que no se pueden abordar”.

-Como mujer científica.. ¿ha notado alguna discriminación por razón de sexo?
“Uno de los temas que siempre me ha fascinado ha sido estudiar la historia de los observatorios en Canarias… justo al hacerlo me di cuenta de que aparecían mujeres en la sombra tanto aquí como en muchas partes del mundo. Hay que recordar que en los años 60 fue por primera vez cuando una mujer entró en la nómina de astrofísicos con descubrimientos gracias a Vera Rubin. Otra mujer que logró muchísimo fue Celice Gaposchkin. En 40 años se ha logrado muchísimo: hay mujeres liderando importantes proyectos de ciencia aunque seguimos siendo minoría. Yo, a nivel personal, no he sufrido discriminación por parte de compañeros pero reconozco que siempre tenemos que hacer un mayor esfuerzo para lograr el mismo objetivo. Las cargas familiares frenan mucho a la mujer en el desarrollo y la proyección personal. Falta que la sociedad se vuelque en este aspecto. Decía Vera Rubin que ‘la igualdad es tan elusiva como la materia oscura’. Parece que hay un techo de cristal y en puestos permanentes y/o directivos hay hasta 20 mujeres por cada 80 hombres. Esta circunstancia puede darse en parte por la edad maternal pero… también la mujer tiene que creerse capaz de triunfar en ciencia”.

-¿Cómo hacemos que las mujeres se crean capaces de cursar carreras técnicas y ascender en ellas?
“Tiene que haber un fomento de las vocaciones científicas desde la base de la Educación. Es importante motivar desde Primaria y alentar a las chicas a hacer carreras de este tipo. Además, hay que facilitar a las mujeres a su reincorporación tras la maternidad. Nosotras también podemos mentalizarnos de que podemos desarrollar bien esos trabajos. La mujer tiene que ir saltando muchos obstáculos que el hombre los tiene allanados. Debemos disfrutar de nuestra independencia y que nuestros hijos valoren lo que hacemos. Lo mejor que les podemos dar es el ejemplo y demostrarles que su madre es una buena profesional y que puede quererlos igual”.

-Es experta en formación de galaxias, ¿qué nos queda por saber en este sentido?
“Una galaxia se forma una gran nube de gas, luego rota, se aplana y se forma en un disco. El bulbo es lo primero que se forma, es un entorno más pobre en gas y con estrellas en general más viejas. Mientras que en el disco y brazos espirales continúan formándose estrellas, que son jóvenes y calientes, por tanto más azules. Todavía sigue siendo una gran incógnita cómo se alimenta de gas esas galaxias. Cómo evolucionan y cuáles son sus mecanismos de formación y crecimiento”.

-Una de sus ramas de estudio es el cielo de Canarias, ¿qué ventajas tiene?
“Estamos suficientemente lejos de tormentas tropicales y nuestra latitud permite ver todo el hemisferio norte celeste y parte del hemisferio sur. Estas circunstancias lo hacen muy especial a lo que se suma la corriente marina fría que nos baña y los vientos alisios. Todo ello nos permite este clima tan benigno. También juega un papel crucial la altitud, los Observatorios están por encima de la capa de inversión térmica donde se forma el conocido mar de nubes, donde la atmósfera es más serena, estable y transparente, como ya aventuraba Newton. En las cumbres Canarias se da un elevado porcentaje de noches de observación y una pluviosidad prácticamente nula”.

-¿Qué aporta la Fundación Starlight a un destino turístico como Canarias?
“La idea de la Fundación Starlight surge de la insistencia tanto del IAC como de la Unesco u otras como la Organización Mundial de Turismo y la Unión Astronómica Internacional, entre otras, de crear un sistema para preservar el cielo para las generaciones del futuro y difundir la astronomía. Hay distintos tipos de certificación Starlight, que es una especie de reconocimiento que se hace de determinadas zonas del planeta por cumplir una serie de requisitos de calidad astronómica: buena calidad de imagen, baja nubosidad (número de noches de observación), alta transparencia atmosférica y baja contaminación lumínica. Aquí es donde más esfuerzo hacemos para proteger el cielo nocturno. Hablamos de un turismo inteligente, en Canarias ya tenemos 200.000 visitantes que vienen buscando actividades relacionadas con estrellas y hay ya empresas destinadas a esto. Tenemos destinos Starlight en sitios tan dispares como La Rioja, Nueva Zelanda o Nova Scotia. El sello Starlight se ha convertido en un sello internacional avalado por numerosas instituciones”.