música

“Ese viento que te arranca del aburrimiento”

Un momento de la actuación. | S. H.
Un momento de la actuación. | S. H.

Por Sonsoles de Haro Brito

Como un viento que te arranca del aburrimiento así llegaron Pancho Varona y Antonio García de Diego al Paraninfo lagunero abarrotado de fieles seguidores de Sabina. Allá por junio no pudo ser pero el espíritu de las Noches Sabineras vino a calmar el deseo de cientos de personas que desde el primer tema coreaban las letras del poeta a las voces de “Panchito” y Antonio.

Cercanos desde el primer momento, informales, capaces de dirigirse a un público como amigos que toman un café o un whisky y de pronto “te canto una canción”.

Muy buena selección de temas acompañados de los insuperables acordes de Antonio García, que tanto pronto tocaba la guitarra como el teclado o la harmónica, magistralmente acompañado de una voz que salía sin esfuerzo pero con gusto y sentimiento, como requieren todas las letras de Sabina.

Desde A la orilla de la Chimenea hasta 19 días y 500 noches no hubo una que restara emoción a una noche que empezó con una frase de Pancho que a todos, de seguro, nos puso los pelos de punta: “Hemos venido aquí esta noche para haceros felices”. ¡Qué poco hace falta y qué buena música para ser feliz!

Los que claramente vieron su sueño hecho realidad fueron los espontáneos que en la segunda parte del concierto subieron al escenario. Y el público siguió coreando igualmente las letras de Sabina, cantadas con el corazón. Momentos emotivos como el de la señora que se atrevió a cantar La Magdalena, canción difícil, arriesgada por el tono y, diría yo, por la letra, cantada con tanta emoción que hasta Varona se hizo un selfie como si hubiese visto a la mismísima Magdalena. Vientos y más vientos que arrancan del aburrimiento.

Fue tal el disfrute que ni los tímidos se achantaron y muchos de ellos se quedaron sin salir, no había más tiempo. Más de dos horas de Sabina dan para mucho aunque todo parecía poco: poesía tras poesía. Dos horas mejor que una. Unas veces, amores que matan nunca mueren, otras, lo nuestro dura lo que duran dos peces de hielo.

La noche lagunera, allá afuera, traía lluvia mientras Pancho Varona y Antonio García nos trajeron ese viento que nos arrancó a todos del aburrimiento.