Apuntes de patafísica

Indecisión

Supongo que es mucho más fácil sentirse decepcionado que ilusionarse. Observar que las cosas no eran como las pintaban que ver las expectativas cumplidas, o al menos apreciar que se está en el camino, que se avanza hacia el objetivo de conseguir cambiar aquello que deseamos que no siga igual. Y sin embargo, no deja de ser preocupante. En menos de dos meses habrá elecciones generales en España y da la impresión de que todos andan (andamos) con el depósito de la gasolina en la reserva. Oímos que estos comicios poseen más importancia que nunca, y tiende uno a pensar que así es, pero eso no quita para que en determinados momentos todo resulte demasiado cansino.

Es cierto, nos ha tocado vivir en el mejor, y el más prolongado, periodo de la historia de este país para el mayor número de quienes viven en él. Pero también lo es que cuestiones como la crisis, la desigualdad, la injusticia o la corrupción hacen que en muchas ocasiones la democracia se nos quede pequeña o no apreciemos todo lo grande que es.

No sé, quizás esta sensación se deba a que hace ya casi un año que no nos hemos bajado del carrusel de las urnas, y las promesas y las descalificaciones entre los políticos no han dejado de sucederse. Y eso aburre. O no favorece el entusiasmo.

Parece que los mensajes de unos y otros no son nada sofisticados: mientras quienes mandan se limitan a meter el miedo en el cuerpo y a manifestar que o bien continúan haciéndolo o lo que vendrá después será para echarse a llorar, las propuestas de cambio de los restantes en demasiadas ocasiones dan la impresión de haber sido escritas sobre una servilleta. Por otra parte, me gustaría saber cuántos años, cuántas elecciones, llevan diciéndonos los nacionalistas canarios que ellos son la única opción posible para que “la voz” de las Islas se escuche en Madrid. Que digo yo que en un Archipiélago con más de dos millones de personas hay margen suficiente para que haya más de una voz, signifique lo que signifique esto de la voz, que tampoco lo tengo claro.

En fin, que soy un ejemplo de libro de eso que llaman voto indeciso. Qué responsabilidad.