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Pierre-Yves Cousteau: “Necesitamos el mar para ser felices”

Pierre-Yves Cousteau. | J. C. M.
Pierre-Yves Cousteau. | J. C. M.

Sobre él y su madre recae la responsabilidad de conservar vivo el espíritu del célebre oceanógrafo Jacques Cousteau y difundir su legado. Ambos dirigen la Fundación Cousteau Society desde 1997, año de la muerte del explorador francés. Solo tiene 33 años, es científico, submarinista y activista en la defensa del medio ambiente. Reside en Suiza y no para de viajar por el mundo reivindicando un planeta más habitable para las próximas generaciones. Confiesa que una de sus frases favoritas es la que firmó en 1965 el filósofo canadiense Herbert McLuhan: “No hay pasajeros en la nave espacial Tierra; todos somos tripulantes”. Actualmente centra sus esfuerzos en defender los océanos y lo hace a través de una organización, sin ánimo de lucro, que fundó, Cousteau Divers, un programa científico participativo para submarinistas de todo el globo. Es un enamorado de la Isla, a la que se escapa cada vez que puede. Le gusta el mar, el paisaje, la gente y la gastronomía de aquí, preferentemente las papas arrugadas. A pesar de la premura del tiempo -apenas estuvo unas horas en Tenerife- accedió amablemente a hablar con DIARIO DE AVISOS.

-Acaba de recibir el premio Arona Son Atlántico 2015 y ha realizado un viaje relámpago expresamente desde Croacia para recogerlo. La organización ha dicho que su visita es como una bendición…
“Es un honor, un placer y me ha causado una cierta sorpresa. El festival Arona Son Atlántico está realizando un trabajo fantástico ayudando a generar conciencia entre la gente sobre la importancia de proteger nuestros mares”.

-Es un conocedor del mar tinerfeño. Ha realizado algunas actividades con su amigo Sergio Hanquet, que reside en la Isla, y una vez incluso se refirió a Las Galletas como una zona de proyección internacional para la práctica del buceo.
“He venido varias veces para bucear con Sergio. Hay lugares muy buenos en la Isla para sumergirse y Las Galletas es uno de ellos. Para mí estar en Tenerife es especial porque no puedo olvidar que mi padre participó aquí, en 1994, en una declaración universal para defender los derechos de las generaciones futuras”.

-Tengo entendido que volverá el próximo año a visitar la Isla para realizar algunas actividades divulgativas.
“Sí, seguramente entre enero y mayo regresaré. Me gusta mucho Tenerife. Es un sitio increíble. Recuerdo que hace dos años di una charla sobre áreas protegidas y al final un niño me preguntó por qué se cuidan zonas pequeñas en vez de protegerlo todo. Tenía razón. Se deberían establecer unos corredores de pesca para salvaguardar especies y asegurar que en el futuro haya más peces en todo el planeta”.

La fundación Cousteau Society, que usted dirige junto a su madre, trabaja en dos proyectos que tienen como objetivo la obtención de toda la información posible de los fondos marinos del planeta, incluida la medición de las temperaturas oceánicas. ¿Cuáles son las principales amenazas que se ciernen sobre el medio marino?
“Hay varias. Por supuesto, el cambio climático y la contaminación por la utilización de combustibles fósiles; pero otro problema muy serio son los residuos de plástico. Existe un estudio científico que ha publicado la revista Nature que advierte de que actualmente hay restos de plástico en el 25% de la fauna marina del planeta. Es una barbaridad. El otro problema grave es la sobrepesca; lo cual nos lleva a una conclusión, y lo digo irónicamente: si contaminamos los peces rápidamente, dejaremos de pescarlos, se habrá acabado la sobrepesca y será mejor para ellos”.

-¿Qué le inspira el mar? ¿Qué mensaje le transmite?
“Necesitamos el mar para ser felices. Es oxígeno, es alimento, es vida. Cuando contemplamos la naturaleza en su estado más salvaje nos produce un sentimiento indescriptible, pero ahora está en peligro porque cada vez hay menos zonas puras, menos lugares libres de la mano del hombre. Están matando también ese sentimiento, que es único”.

-¿Veremos algún día el mítico Calypso, el gran icono de la investigación oceanográfica de los 60 y 70 surcando de nuevo los mares convertido, quizá, en un museo flotante?
“El Calypso se hundió en 1996 en Singapur y se consiguió reflotar. Ahora lleva años en los astilleros de Concarneau, en la Bretaña francesa. Se ha deteriorado mucho con el paso del tiempo y necesita una gran remodelación. Su financiación es muy costosa. Incluso, creo que sería más barato comprar otro barco”.

-Jacques Cousteau fue un adelantado a su tiempo y se ha convertido en un símbolo en la defensa del medio marino. Usted mantiene vivo ese legado a través de la fundación. Esa, que no es una responsabilidad menor, ¿cómo la lleva?
“Es una gran responsabilidad. Y también es muy emocionante comprobar que existe mucha gente en el mundo, de diferentes generaciones, que continúa con el mensaje de mi padre. A mí me toca trabajar para que siga vigente esa idea para poder dejar una Tierra viable y no contaminada. Lo que nos va a salvar es la creatividad, la genialidad, la capacidad de inventar”.

-¿Qué aprendió de él? ¿Cuál fue su gran enseñanza?
“El me enseñó una frase que siempre me acompaña y que se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida: A lo más que podemos aspirar es a hacer lo que queremos, pero debemos hacerlo muy bien y utilizarlo para que el mundo sea un lugar mejor”.