Rosas negras

Manuel E. Díaz Noda

Despreciado en su momento por crítica y público, el Spanish Horror de la década de los 60 y 70 ha ganado con el paso del tiempo categoría de culto y algunos de sus autores y títulos más representativos han pasado a ser reivindicados, primero en el extranjero y luego, por fin, en España. Uno de los promotores de esta defensa de los valores de este tipo de cine ha sido Víctor Matellano, quien en su vertiente de escritor y estudioso de estas producciones, publicó varios ensayos sobre el tema. No es de extrañar, por lo tanto, que en su paso a cineasta se haya apoyado en las claves de aquellas cintas de culto para definir su identidad como autor; sin embargo, con su nuevo trabajo Vampyres ha querido ir un paso más allá, embarcándose en el remake de uno de los títulos de culto de aquella época, Las hijas de Drácula, escrita y dirigida por José Ramón Larraz en 1974.

Modesta en su presupuesto y resultados, esta nueva versión no oculta su valor conscientemente anacrónico. Matellano se atreve con una puesta en escena truculenta y explícita, pero sin perder elegancia ni caer en el mal gusto. El cineasta se regodea en imágenes chocantes y violentas, donde erotismo y muerte se fusionan. Por otro lado, encontramos también un gran empeño en la construcción de ambientes. El uso de las localizaciones del bosque y de la casa abandonada, así como el juego con la imagen busca dar al conjunto un aire onírico e irreal, llegando incluso a romper incluso con la coherencia del propio relato. Salvo alguna concesión a la modernidad, la propia planificación y el ritmo de la narración apelan a aquel cine pretérito, de igual manera que el tono de la interpretación, por lo general bastante afectada, de los actores.

Vampyres es un experimento nostálgico, hecho con cariño hacia el género y hacia los que lo hicieron posible en nuestro país. Es también un homenaje hecho con conocimiento de causa y valiente al aceptar las claves de aquel cine, en lo positivo, pero también en lo negativo.