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El calvario de la autopista del Norte…

José Alberto Díaz, alcalde de La Laguna, ha propuesto soterrar la autopista del Norte a su paso por el municipio como fórmula alternativa a la denominada Variante del Oeste. Argumenta, a mi juicio con acierto, que desviar el tráfico desde Cruz Chica a Lora Tamayo, rodeando el aeropuerto, consumiría medio millón de metros cuadrados de suelo agrícola sin que el bypass garantice una solución satisfactoria al calvario que hoy representa atravesar la ciudad por la ruta disponible. Y es que la isla no está, ciertamente, para que nos carguemos más suelo rústico en beneficio del asfalto. Pues, de seguir con semejante filosofía, terminaremos mordiendo el territorio para sustituirlo por una especie de horrendo scalextric. Soterrar vías de tráfico es una solución costosa, pero no irrealizable.

Es cierto que abrir túneles es mucho más barato en territorios continentales que en una isla. Sin embargo, el tramo del que estamos hablando no es empinado, sino más bien llano, lo cual no quiere decir que mover tanta tierra nos vaya a salir a cuatro duros. Por lo que habrá que empezar por lo más difícil y complejo: encontrarlos. Encontrar los duros, o sea, los euros. Y ya sabemos que papá Estado no está por prodigarse por estas tierras, por más que esté trazando el AVE por itinerarios largos y escasamente poblados sin más pretensiones que dejar construida una radial, de alta velocidad, que muchos están poniendo en solfa en los últimos tiempos. Vamos a ver: ni la Variante del Oeste ni un túnel arreglarían los embotellamientos de tráfico dentro del área metropolitana sin un diseño de proyecto que contemple dos objetivos básicos: multiplicar por veinte los espacios disponibles para estacionamiento de vehículos y evitar los cuellos de botella en las entradas y salidas de cualquier solución que se proponga. El propio túnel sugerido por José Alberto no serviría de nada si, a su término, el tráfico no dispone de suelo para repartirse en condiciones de un tránsito rápido y seguro.

Desde el Norte no se puede llegar a la embocadura de ningún túnel si no se administran las llegadas de forma acertada. Del mismo modo, en Guajara, por ejemplo, nada se lograría si la salida no tiene derivaciones suficientes que garanticen la fluidez de la circulación en todas las direcciones. Ergo: se precisa descongestionar las vías con estacionamientos amplios y baratos antes de llegar a la capital de la isla. Y se precisa reflexionar en esta solución activando, de una vez por todas, la llegada del tranvía a una estación en Los Rodeos. No hablo de aparcamientos cutres, al aire libre, repletos de barro y charcos cada vez que llueve, o vigilados por gorrillas. Hablo de estacionamientos modernos, cubiertos y baratos, que hagan atractivo dejar el coche en las afueras y subirse al tranvía para ganar tiempo y evitar problemas tanto a la ida como a la vuelta. Pienso en soluciones públicas que tendrán que ser rentabilizadas a largo plazo. Las administraciones no se deberán hacer ricas de la noche a la mañana cobrando por las plazas de aparcamientos. Y tendrán que aplicar precios políticos si quieren que la solución funcione.

El túnel en que piensa el alcalde lagunero es posible. Si se busca financiación, un proyecto a la altura de las necesidades y la obra se ejecuta pensando primero en incomodar lo menos posible. Porque, lo que no se nos pasa por la cabeza, a nadie, es empezar a abrir agujeros sin ton ni son que únicamente conseguirían que el calvario de la autopista del Norte se tornara en un martirio diario. Peor, mucho peor, que el dolor de muelas que nos produce ahora.