apuntes de patafísica

Ciudadanía

Sí. Quizás sea preciso llamarlo de una vez guerra. Sin un frente claro o con unas trincheras que se pueden cavar en cualquier sitio. En una calle, una estación de tren, un centro de negocios, una cafetería, una sala de conciertos… Al lado de casa o de la de nuestro vecino. Negarlo sería pecar de ingenuos. Pero también es una guerra que transcurre en nuestras cabezas y en medio de nuestras emociones; que nos reclama responsabilidad y una actitud activa, crítica, racional, solidaria. En definitiva, negarnos a ser masa, rechazar convertirnos en turba, para asumir que somos ciudadanía.

Porque un momento como este, cuando el miedo nos iguala -uno de los grandes objetivos de Estado Islámico-, resulta propicio para que se cuelen en nuestras vidas ideas y mensajes más o menos primarios, más o menos argumentados, que, por otro itinerario, nos acercan a nuestro enemigo. Por eso no está de más recordar otra vez que quienes huyen de Irak o de Siria -y de otros lugares que a menudo olvidamos- y llegan a nuestras fronteras pidiéndonos ayuda, también tienen miedo. Y es cierto que entre esos miles de personas que buscan salvar su vida y preservar la de los suyos puede haber terroristas, como también lo es que los hay dentro de nuestras sociedades democráticas y en este último caso casi nadie confunde la parte por el todo. Es verdad que muchos de los preceptos que marca el islamismo no resisten un debate en medio de una comunidad laica. Es un camino complejo que apenas ha comenzado; a nosotros nos ha costado siglos, batallas, persecuciones y muchos muertos lograr que la fe no dicte las leyes ni el grado de libertad de cada uno. Y todavía estamos en ello.

Nos emocionamos estos días al escuchar La Marsellesa y lo que simboliza, compartimos el dolor del pueblo francés y condenamos la violencia de unos asesinos que han acabado con la vida de tantos inocentes. Creo que es un sentimiento que nos engrandece. Como también creo que nos hace más justos no estar de acuerdo con quienes intentan convencernos de que en esa ciudadanía de la que formamos parte no hay espacio para un grupo de personas que tienen unas creencias diferentes.