a contracorriente

Comer mata – Por Enrique Arias Vega

Entre las muchas y nuevas advertencias apocalípticas de la OMS está el que la carne preparada mata.

Más allá de ese aviso o admonición puntual, lo obvio es que la propia vida mata: empezamos a morir desde el momento mismo del nacimiento; sólo es cuestión de tiempo el que llegue a ocurrir lo inevitable.

Mientras tanto, periódicamente se nos da la vara con los peligros que nos acechan desde nuestros alimentos. No sé si, como en la vestimenta, se trata de modas cíclicas para ir variando nuestro régimen alimenticio. Lo cierto es que hay épocas en las que se dice que el azúcar es un veneno y que tomemos sacarina, para luego alertarnos contra esta última y hablar de la inocuidad del primero. Lo mismo sucede con el pescado blanco, o el café, o el alcohol. Tras años y años de gráfico escarnio de la “barriga del cervecero”, por ejemplo, acaba de afirmarse ahora, con igual rotundidad, que es falso que la cerveza engorde.

Ya ven: nunca se habían encendido tantas alarmas respecto a lo que comemos como en la actualidad. Paradójicamente, nunca como ahora la humanidad ha vivido tantos años y con tanta calidad de vida. O sea, que se demuestra que lo que más mata no es la comida, sino la falta de ella, como sucede en los países con menor esperanza de vida.

Al parecer, se trata de no dejarnos vivir en paz. Y, ya que se alarga nuestro período de existencia, crear una especie de mala conciencia a los beneficiarios de ello. ¡Con lo fácil que sería el reconocer que todos los excesos -cualquier exceso- son malos! Sin necesidad de que se lo advirtiese la OMS, en el Siglo IV antes de Cristo, ya lo advirtió Aristóteles: “La virtud está en el término medio”.
Pues a tomar nota.