la columna

El Constitucional no pica

Más allá de considerar acertada o no la respuesta del Gobierno de España al desafío soberanista catalán durante los últimos años, cierto es que la decisión de Mariano Rajoy de unificar posturas con los partidos de la oposición se antoja harto razonable, por mucho que Izquierda Unida y Podemos se hayan desmarcado de la iniciativa. Por contra, la pretensión por parte del PP y de Ciudadanos de que el Tribunal Constitucional suspendiera la celebración de un pleno del Parlamento catalán asombra de por sí. Allá esa Cámara autonómica (y las demás) con sus decisiones, que si no se ajustan a la legalidad nuestro ordenamiento jurídico cuenta con medidas suficientes para anularla. Pero ordenar que la soberanía popular representada en el Parlament no pueda expresarse es, sencillamente, un error de principios y un ataque a la democracia. Felizmente, el alto tribunal no ha pasado por semejante traición a su propia naturaleza y su decisión aclara cualquier duda al respecto. Menos mal.