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Diez años de una pesadilla

Torres eléctricas tiradas por la tormenta tropical Delta. | DA
Torres eléctricas tiradas por la tormenta tropical Delta. | DA

Fueron apenas 48 horas, pero todavía hoy se recuerda como la peor pesadilla sufrida por Canarias en su historia reciente. Este fin de semana se cumplen 10 años del paso de la tormenta tropical Delta por las Islas, un fenómeno que dejó siete fallecidos, varios heridos e importantes daños materiales en muchos puntos del Archipiélago.

La tormenta tuvo su origen en una borrasca que quedó aislada en latitudes subtropicales, al suroeste de las Azores, a mediados de noviembre de 2005. Según explican diversos expertos consultados por este periódico, “el aislamiento de la borrasca por un bloqueo atmosférico muy intenso que se estableció entre la Península del Labrador -al otro lado del Atlántico-, Groenlandia y las Islas Británicas, tras una migración del Anticiclón de las Azores hacia ese lugar, hizo que poco a poco la borrasca sufriera un proceso de transición tropical, que finalmente originó Delta”.

El domingo 27 de noviembre, Delta alcanzaba su pico de intensidad, según el Centro Nacional de Huracanes de Miami, y empezaba a dejarse notar ya por la noche en La Palma y El Hierro. A la mañana siguiente, y a medida que pasaba el día, la tormenta se fue trasladando hacia el este, golpeando con fuerza Tenerife, que a la postre sería la isla más afectada. No en vano, durante la noche del día 28 los vientos llegaron a alcanzar los 140 kilómetros por hora en la costa y casi los 250 kilómetros por hora en el Teide.

El paso de la tormenta, que solo empezó a remitir durante la madrugada del 29 al 30, se cobró la muerte de un hombre en Fuerteventura al ser arrastrado al mar por la fuerza de los vientos, y la de seis inmigrantes subsaharianos que naufragaron en su cayuco a unos 200 kilómetros al sur de Gran Canaria, cuando trataban de arribar clandestinamente a la isla. También hubo varios heridos y notables destrozos: amplias zonas de cultivo, como plataneras e invernaderos, fueron arrasadas, sobre todo en el Valle de Güímar; los pacientes de las dos últimos plantas del Hospital Universitario de Canarias (HUC) tuvieron que ser trasladados debido a la rotura de cristales, y muchos ciudadanos tuvieron que pasar la noche en el aeropuerto de Los Rodeos y en la estación de guaguas de Santa Cruz de Tenerife. También en el polígono industrial de Güímar hubo daños en varias naves industriales, y en las islas en las que los vientos arreciaron con fuerza, muchos árboles fueron derribados o arrancados de raíz, algunos de ellos centenarios. En Gran Canaria, la formación geológica denominada el Dedo de Dios, hasta entonces uno de los símbolos de la isla y atracción turística, no pudo resistir a la fuerza de los elementos y se fracturó, perdiéndose para siempre una parte de él en el fondo del mar.

Unas 300.000 personas se quedaron sin suministro eléctrico, un corte que en algunos casos se prolongó durante una semana, especialmente en la isla de La Palma y en el área metropolitana y el sudeste de Tenerife. Igualmente, hubo consecuencias en otros servicios públicos, como importantes averías en las líneas telefónicas y el agua, en este caso porque algunas poblaciones dependían del bombeo eléctrico para recibirla. La Consejería de Educación suspendió las clases el martes 29, y solo a partir del jueves 1 de diciembre el Archipiélago empezaba a recobrar la normalidad tras una pesadilla que todavía hoy se recuerda con temor.

[sws_grey_box box_size=”100″]Críticas, acusaciones y sanción a Unelco
La prolongada duración y los muchos apagones que generó Delta aquellos días provocó la organización de manifestaciones espontáneas nocturnas en La Laguna y Santa Cruz, en las que se criticó duramente a Unelco y al Gobierno de Canarias, entonces dirigido por Adán Martín.

Varias instituciones públicas y asociaciones pidieron la dimisión del presidente de la compañía, y la presión social fue tal que al Ejecutivo regional no le quedó más remedio que iniciar una investigación a Unelco por las denuncias de falta de mantenimiento en las líneas y de diligencia en reparar las mismas. El Foro Contra la Incineración incluso llegó a publicar en su web unas fotos en las que mostraba el mal estado en el que se encontraban algunas de las torres eléctricas.

Las consecuencias políticas que conllevó Delta no se quedaron ahí, ya que el Parlamento de Canarias aprobaba el día 22 de diciembre la creación de una comisión de investigación, que se constituyó el 16 de enero de 2006, presidida por el socialista Blas Trujillo. El 7 de marzo compareció el director regional de Unelco, José María Plans, coincidiendo además con la imputación del director comercial de la misma compañía en el caso Eólico. Plans alegó que el retraso en el desarrollo eléctrico de Canarias se debió a la lentitud en las autorizaciones de nuevas instalaciones, o al estar sujetas estas a estudios de impacto ambiental. Sus justificaciones, en cualquier caso, no evitaron que el Gobierno autonómico sancionase a la empresa con 450.000 euros por el estado de oxidación de las torres de la línea de alta tensión Caletillas-Granadilla.[/sws_grey_box]