LA COLUMNA

Extirpar las raíces

Tuvo que ser en un bosque tan bonito como La Esperanza donde un grupo de militares, jefes y oficiales de la guarnición de Canarias se reunió el 17 de junio de 1936 en una cita que supuso la puesta a punto del golpe de Estado en la Isla y el Archipiélago. Allí se pusieron de acuerdo en lo que debía hacer cada uno, y apenas un mes después la práctica totalidad de las islas estaban bajo su mando. Veintidós años después, a las autoridades locales (militar, civil y eclesial) se les ocurrió hacer la pelota al jefe y erigieron un monumento conmemorativo. Era en 1958, cuando poco a poco se iba sacando la cabeza de la brutal miseria en la que sumió aquel golpe de Estado a gran parte de la población. Más de cincuenta años después, fue en 2009 cuando el Cabildo decidió retirarlo y construir en su lugar un parque, proceso que al fin se inicia. Aquellos militares decían que iban a salvar al país, pero en realidad se lo quedaron para ellos. Por eso resulta saludable proceder a la extirpación de Las Raíces.