En la frontera

Matteo Renzi

El primer ministro italiano es, desde luego, uno de los políticos que mejor interpreta el reformismo y que mejor ha sabido hacer frente al populismo. En las últimas elecciones europeas consiguió lo que parecía imposible: duplicar los apoyos electorales y dejar fuera de juego al movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y, por si fuera poco, convencer a muchos votantes del centro derecha italiano a sumarse a su proyecto político. Al poco de tomar el timón de la política italiana, Renzi, procedente de la alcaldía de Florencia, se propuso un ambicioso programa de reformas que está implementando a base de tomar la iniciativa y de realizar una inteligente e ingente tarea de pedagogía política.

Estos días hemos conocido que la reforma del Senado, aparcada desde hace más de cinco décadas, ha sido aprobada por la misma Cámara Alta, que reduce notablemente sus funciones concentrándose, como era lógico, en los asuntos de orden territorial. Matteo Renzi no sólo está acometiendo urgentes reformas políticas en Italia a un ritmo vertiginoso, también propone agarrar el toro por los cuernos en asuntos tan delicados como la inmigración, expresando su deseo de que la UE se comprometa con medidas concretas como la creación de un cuerpo de policía de fronteras y una guardia costera también de dimensión supranacional.
La agenda de reformas que ha puesto en marcha en su país es ciertamente una apuesta arriesgada que puede chocar con una determinada clase política acostumbrada a estar y hacer política desde el privilegio y la prerrogativa. Sin embargo, hasta el momento, consciente de que el viento sopla a su favor porque la gente está cansada de los escándalos del pasado, sabe que la ciudadanía le ha dado un cheque en blanco para que intente lo que otros no han podido o no han querido hacer. Y, en todo caso, quienes se oponen a sus reformas son, en Congreso y Senado, al menos hasta minorías muy minoritarias.

Antes de las elecciones europeas del 25M decidió bajar los impuestos a quienes tuvieran retribuciones inferiores a 1.500 euros al mes. Tal medida se inscribe, es verdad, en un paquete más amplio y ambicioso de transformaciones que buscan adecuar el mapa territorial a la realidad, crear empleo, luchar contra la corrupción y ajustarse a la disciplina presupuestaria.

El secretario del partido demócrata italiano, ahora al frente del gobierno por designio del presidente napolitano, es consciente de que el espacio del centro necesita ser ocupado y, comprometido en esta labor, consiguió el 25M votos a la derecha y a la izquierda. En Italia lo ven como un líder dispuesto a pilotar los cambios y como un político decidido a hacerse fuerte en Europa y a exportar sus recetas y reformas.
Algunos analistas, no sin alguna razón, han acusado a Renzi de oportunista. Puede ser, el tiempo lo dirá. Sin embargo, está consiguiendo imprimir ritmo y frescura a sus reformas asumiendo la iniciativa desde que fue nombrado presidente del consiglio. En política, sobre todo en momentos de desprestigio de esta noble actividad y de cansancio del pueblo ante la incapacidad de los dirigentes de tomar medidas que mejoren las condiciones de vida de las personas, toparse con políticos que hacen pedagogía política y que se comprometen diariamente es una bocanada de aire fresco. Ya lo creo.
*CATEDRÁTICO DE UNIVERSIDAD
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