el almendrero de nicolás

Por un puñado de lapas

En nuestro país no tenemos elefantes ni leones que proteger de los furtivos, casi ni hay furtivos. Pero tenemos que protegernos de quienes fomentaron hasta la extenuación la especulación urbanística y el desarrollismo, la fiebre del bloque y del cemento que produjeron una recolonización de las Islas tan grande que algunos recursos sensibles, que antes eran degustados por los canarios como delicatesen o eventos ocasionales (un asadero de lapas, un caldero de mejillones en Fuerteventura o unas patas de cabra, que los españoles llaman percebes) han tenido que pasar a mejor vida o comérselos en la clandestinidad del furtivismo ingenuo y pobre. La presión demográfica y muchos restaurantes desaprensivos cayeron sobre la lapa y el mejillón colocándolos al borde de su extinción. Pero la prohibición no ha sido suficiente, y la lapa majorera, o Patella candei, corre serios riesgos, por eso antes del verano Medio Ambiente aprobó un nuevo ciclo de sanciones y prohibiciones de acceso que no han sentado muy bien a algunas personas. Es una pena que todo esto haya tenido que pasar, pero creo que para que nuestras hijas, un día, puedan comerse un puñado de lapas, hoy tenemos que partirnos la cara para defenderlas de su extinción.

Sin embargo, en esos meses en los que está permitido coger una embozadita de lapas, retomo mi antiguo oficio de mariscador ocasional con mi gente majorera, me mojo el culo acechando la serie de olas chungas y nos hacemos un asaderito. Uno de mis mayores orgullos de padre fue observar la cara de mi hija cuando sólo tenía cuatro añitos y le di una lapa asada. La miró con extrañeza y luego se la comió. La tuve todo el día pegada a mí como una lapa de fondo pidiéndome más. Se hartó y descubrí que no era alérgica, sino todo lo contrario.

Por lo demás creo que no hay suficiente educación sobre estas cuestiones, ni vigilancia tampoco, por eso se ha llegado a prohibir hasta el acceso a algunas zonas. Es complicado, pero creo que el sacrificio vale la pena. Lo que pasa es que no todo el mundo está dispuesto a sacrificarse, y menos por un puñado de votos. Y ahora algunos grupos de poder dudan de algunas prohibiciones que ellos mismos aprobaron. En fin, que a la sunga mandunga golpe a la lapa, a la que le echo el ojo no se me escapa. Por cierto, apunten la receta del siguiente mojo ideal para este molusco: ajo, comino, sal, aceite y limón al gusto. Salud.