SIN OBJETIVIDAD

Respeto

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Lo he contado anteriormente, pero conocí a Alejandro Martínez hace unos años, en el Santiago Martín, durante un entrenamiento del Tenerife Baloncesto. Creo recordar que llevaba unos folios donde apuntaba muchas cosas y hablaba poco, de eso estoy seguro. Me pareció un tipo humilde y por eso me alegré mucho cuando lo encontré en esta redacción, aquella alegría fue casi tan grande como la tristeza que me generó su despido. Me gusta la pasión con la que habla de igual manera de un partido de la NBA que del que fue a ver de baloncesto de base el fin de semana pasado y me encanta comentar cosas de viajes, de los programas de empeños de la televisión y de fútbol, ese deporte del que todos sabemos. Me gusta su idea de baloncesto, porque es la misma que aplica en la vida, me parece poco común su capacidad para estar siempre ahí cuando se le necesita, cuando está atento a cualquier problema que pueda tener desde otro entrenador de la ACB, como un compañero de los medios o cualquier persona anónima y me resulta conmovedora su extraordinaria solidaridad. Lo admiro como persona, como lo admiré cuando fue mi compañero y cada vez que lo veo entrenar, con sus errores y aciertos, porque para llegar a donde ha llegado hay que atreverse mucho, fallar mucho y acertar otro tanto. Y hemos tenido nuestros desencuentros, como dos personas que tienen la confianza suficiente como para mostrar puntos de vista muy diferentes. Y me ha perdonado, porque en ocasiones he metido la pata, con él y con su club, que no estaría donde está sin él y que seguirá estando donde está gracias a él. Por eso, respetando el trabajo y las opiniones de todos, solo pido respeto -el mismo que él tuvo en cada faceta de su vida siempre- para su decisión, que nos anunció de frente, como siempre. Me gustaría que hubiera ese respeto, no solo por el entrenador del Canarias, sino por el amigo que conocí en el Santiago Martín, una tarde, en un entrenamiento, y al que admiro y quiero.