Acabo de llegar

Sujeto y predicado – Por Carlos Acosta García

Hace algún tiempo -poco tiempo, sería mejor decir- que no me encontraba errores gramaticales en los periódicos; en la tele, sí. En la tele me los encuentro cada dos por tres. Hoy, como nada hay nuevo bajo el sol, he vuelto a los deslices gramaticales en la prensa. Estos deslices de hoy me los encontré, por vez primera, cuando yo preparaba el ingreso en el bachillerato y nunca volví a caer en ellos, ¡Ay, el bachillerato de entonces!¡Si doña Carmen Labrador, mi inolvidable maestra, levantara la cabeza!

El primer desliz ha nacido en la pluma de un joven que cada día nos ofrece sus impresiones en la prensa. Suelo leer a este autor porque tiene interés el contenido de sus trabajos. Dice el autor aludido: “Tanta agresividad en el lenguaje, el empujón como sujeto, verbo y predicado o el constante recurso…”.
Siento decirle al autor (o recordarle, que me parece más suave) que la oración gramatical solo tiene dos partes, llamadas sujeto y predicado. Habrá que decir también que el verbo, principal pieza de la oración, pertenece al predicado. Si digo “Juan come pan con chorizo” el predicado tiene cuatro palabras, todas menos Juan, que es el sujeto. El verbo, aunque a usted se le haya olvidado con el paso el tiempo, forma parte del predicado. Cierto que existen el predicado verbal y el predicado nominal. Será nominal si lo que se afirma o niega del sujeto es un nombre o adjetivo unido por medio de un verbo copulativo: La leche es blanca. Será predicado verbal si lo que se afirma o niega del sujeto es un verbo: Juan escribe.

Todo esto que digo se puede encontrar, si uno se lo propone, en una de las múltiples ediciones que, en su día, se publicaron del librito Enciclopedia del Grado Medio, de don José Dalmáu Carles. Tengo un ejemplar de la editada en 1949 en Gerona y la guardo como oro en paño. Fue mi compañera fiel en el primer curso de mi bachillerato, aquel bachillerato tan denostado y al que yo recuerdo con gratitud. Perdóneme usted este rollo, pero no lo olvide del todo para bien suyo. Las oraciones no tienen tres partes sino dos: sujeto y predicado. ¿De acuerdo?

En el mismo periódico he encontrado, escrito con caracteres grandotes, estas palabras: “… ordena que no se registre telemáticamente cuándo se pide ayuda al ayuntamiento”. Me ha sorprendido la tilde que se ha colocado sobre el adverbio de tiempo cuando. Cierto que tal vocablo debe llevar acento gráfico cuando tiene carácter interrogativo, pero no es este el caso. No es lo mismo acentuar tal palabra si tiene carácter interrogativo (¿Cuándo vas a venir? que si no lo tiene: Vendré cuando pueda). Se observa fácilmente el cariz interrogativo de la primera frase, que no existe en la segunda. ¿No lo cree usted? De todos modos… ¿y si yo interpreté mal la lectura?

Tengo un tercer caso que me parece mucho menos interesante que los anteriores. Recuerdo que en mi etapa de estudiante nos enseñaron que los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales llevaban tilde, pero la perdían cuando las mismas palabras, en lugar de pronombres, eran adjetivos. Obsérvense estos dos ejemplos: “De todas las frutas, me gusta ésta” y “Me gusta mucho esta fruta”. Una frase con tilde y otra sin ella. Pero recientemente se ha cambiado de opinión en el seno de la Academia y la tilde se ha ido de paseo a no se sabe dónde. A mí esta decisión no me ha hecho ni pizca de gracia, pero quien manda, manda, y a mí me gusta obedecer. Es posible que ustedes tengan una opinión muy distante de la mía. De todos modos, encontrar tres faltas graves (o semigraves) en una hora de lectura me hace pensar que algo no marcha. O será que yo estoy siempre buscándole al gato los tres pies de los que suele hablarse.