cuadernos de áfrica

Cicatrices vivas – Por Rafael Muñoz Abad

La catarsis emocional sudafricana se nos ha vendido bajo un romántico episodio en el que blancos, coloureds y negros soterraron sus diferencias vistiendo el polo verde y oro de los Springboks. La era pos Mandela es un frágil sueño cosido en quiméricos suspiros de igualdad, pues los rands siguen en los bolsillos blancos. En tres relatos esta es África del sur ayer y hoy.

Christo y decenas de sudafricanos negros murieron ahogados el día después del derrumbe de aquel engendro social llamado apartheid. La Golden Mile de Durban es una de las playas urbanas más hermosas del mundo y era de exclusivo uso blanco. Kilómetros de arena dorada donde el áspero pensamiento afrikáner rural se vuelve más amable y se broncea; razón por la que se la ha bautizado como la California sudafricana. La municipalidad clavó estacas con cabos para que los bañistas [negros] se asieran a ellos y así no se los llevara la mar. Y es que la inmensa mayoría de la población negra no sabía ni sabe nadar; eso era privilegio de blancos. Sudáfrica era y es el país con más piscinas y Mercedes Benz por habitante white. Nada ha cambiado.

El sonado caso Pistorius es un culebrón que tiene encandilado a todo el país en el que un blanco rico ha cosido a balazos a su novia, la igualmente mediática y rubia modelo Reeva. Amor a quemarropa. No hay Township donde en la puerta de sus chabolas los negros no comenten que si Pistorius fuera un kaffir, ya llevaría años encarcelado y que sólo un blanco puede tener prótesis en Sudáfrica.

Los matrimonios mixtos son objeto de mofa y rechazo social en una sociedad que falsamente presume de braai mixto pero no revuelto y que, difícilmente, superará las viejas alambradas mentales de un pasado cruel que aún goza de gran salud. Cuando Rhona hizo pública su relación con Marko, un negro acomodado del extrarradio de Ciudad del Cabo, buena parte de su círculo de amistades blancas dejaron de guasapearla y contar con ella para reuniones de amigos.

Sudáfrica es un bebé con un revolver o, en palabras de mi amiga Erika, una mujer tan hermosa como peligrosa que tiene un discurso de puertas afuera y otro muy distinto en la cocina… Y así seguirá siendo. A Inés, porque ambos sabemos de cicatrices vivas…

Centro de Estudios Africanos de la ULL
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