eL CHARCO HONDO

Debate

Como en los distritos de Juegos del Hambre, una parte significativa del electorado -que dejó de creer en los políticos de siempre- busca al Sinsajo que cuente algo diferente, que suene distinto, que pueda hacerles creer que aún es posible cambiar las cosas, mejorarlas. Es ahí, en los distritos que aún no han decidido quién es el Sinsajo, donde los partidos se la juegan. Ayer, en el debate de la COPE -con Mayer Trujillo- los aspirantes abrieron la campaña mostrando sus cartas; partitura que repetirán una y otra vez hasta la jornada de reflexión. Con el candidato de Podemos inalterable, a lo suyo -a su libro-, se confirma que al PP le interesa el bipartidismo y que, inexplicablemente, el PSOE cree que también, le sigue el juego, se presta a formar pareja de baile con los populares, y se equivocan porque esa foto arrastra a los socialistas, no a la disyuntiva derecha-izquierda, que ha caído en el pozo del descreimiento, sino a la del más de lo mismo que, a ojos de muchos, ambos partidos simbolizan. En el otro debate -hubo dos en uno- se constató que, efectivamente, a Coalición se le ha abierto una boca de agua con Ciudadanos, de ahí que, sellado un pacto de no agresión con el PP
-solo desatendido unos pocos segundos, casi sin quererlo-, Oramas haya acampado en la yugular de C’s -el inoportuno yoismo de Melisa Rodríguez, que alcanzó su punto álgido al proclamar Ciudadanos soy yo, hace que sus propuestas, lanzadas al epicentro de la clase media, probablemente las más refrescantes, luego, efectivas, pierdan pegada-. Si a Coalición siempre le ha sido complicado enfrentar unas generales, esta vez el grado de dificultad se le dispara. Con el PP moviéndose con inteligencia, es Rivera el que, como Katniss en Juegos del hambre, llega a la recta final con la melodía mejor ejecutada; si logra que la disquisición mayoritaria sea elegir entre lo nuevo y lo viejo -y en eso están- puede que Ciudadanos acabe siendo el Sinsajo de la noche electoral.