SOCIEDAD

La expedición contra la viruela

El jefe de Epidemiología del SCS, Amós García Rojas (d), participó en el homenaje al doctor Salvany. / DA
El jefe de Epidemiología del SCS, Amós García Rojas (d), participó en el homenaje al doctor Salvany. / DA

En 2016 se cumplirán 210 años de una de las mayores hazañas de la salud pública en España, una misión que tuvo como protagonistas a un grupo de niños gallegos sin hogar, que durante años viajaron por los territorios de ultramar portando la vacuna contra la viruela para inmunizar a la población durante el reinado de Carlos IV y sin los cuales esta gran aventura humanitaria no hubiese podido llevarse a término.

Dos siglos después, la Asociación Española de Vacunología, presidida por el canario Amós García, también epidemiólogo del Servicio Canario de la Salud (SCS), recordó esta aventura rememorando en Bolivia la ruta de la Expedición Filantrópica de la Vacuna de 1803.

Eran tiempos convulsos: un período de grandes reyes, guerras empobrecedoras y abismales diferencias sociales. En este escenario en apariencia sombrío, desde España se llevó a cabo una hazaña sin precedentes en la historia de la medicina y de la salud pública; una aventura que se convertiría en la primera gran misión sanitaria para inmunizar a la población al otro lado del Atlántico y una empresa humanitaria colosal: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, llevando a los territorios de ultramar y países americanos, donde la devastadora enfermedad había sido introducida durante la conquista, la vacuna contra la viruela con unos portadores muy especiales: un grupo de niños gallegos sin hogar. Esta misión fue dirigida por los médicos Francisco Xavier Balmis y José Salvany.

Ante el riesgo que suponía para Europa y América la expansión de la viruela, el rey Carlos IV aprobó esta iniciativa con la que se ideó un sistema de vacunación, muy aceptado en la época, conocido como brazo a brazo. Fue entonces, el 30 de noviembre de 1803, cuando la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna partió del puerto de La Coruña a bordo de la boleta María Pita con 25 niños y un equipo de sanitarios que durante tres años de travesía visitaron Canarias, Venezuela, Cuba, México, Cartagena de Indias, Perú, Filipinas y Macao.

El primer desembarco de la misión fue el puerto de Santa Cruz de Tenerife, justo 10 días después. A partir de este momento, Tenerife se convirtió en un centro difusor de la vacuna para el resto de islas del Archipiélago. El sistema de inmunización, diseñado por el doctor Balmis, consistía en que los niños de lugares de origen se contagiaran del virus de la viruela para que fuesen huéspedes y llevarla en sus brazos. Después de un mes, los expedicionarios, junto a estos pequeños valientes, abandonaron Tenerife para cruzar el Atlántico e iniciar una expedición en tierras americanas. La misión se ralentizaba cada vez más porque para poder llevar a cabo esta campaña sanitaria internacional con éxito no solo había que cumplir con el itinerario diseñado para propagar la vacuna, sino que el propio hecho de ir paso a paso conociendo nuevos territorios, gente, lugares y costumbres convirtió esta aventura en fuente de conocimiento etnográfico.

Los propios participantes de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna también sufrieron los percances de un viaje tan largo. Varios de estos anónimos y valientes menores murieron y el estado de salud del subdirector de la misión fue empeorando durante el trayecto hasta fallecer, sin desistir en su tarea, una vez finalizada la misión en 1810 en Cochabamba, Bolivia. Esta historia, poco conocida y de gran valor por lo humano y objetivos del viaje, es sin embargo una de las grandes misiones de la historia en pro de la salud pública, no solo en España sino en el continente americano.

Por eso, casi 210 años después, la Asociación Española de Vacunología, con la figura del epidemiólogo del Servicio Canario de la Salud Amós García, retomó la idea de homenajear la figura altruista de esta expedición visitando la ciudad donde falleció Salvany, Cochabamba. Un acto que no pasó desapercibido para las autoridades locales, y al que acudieron, entre otros, el embajador de España en Bolivia, Ángel Vázquez; el alcalde de Cochabamba, José María Leyes, quien además entregó una carta para el consejero de Sanidad, Jesús Morera; el arzobispo Óscar Aparicio y el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología, Fernando Moraga.

“Si algo ha caracterizado a este acto institucional ha sido su carga emocional, ya que sin duda alguna ha servido para recuperar la memoria histórica de uno de los grandes médicos salubristas de este país, que con muchas dosis de idealismo se lanzó a una epopeya que fue fundamental para erradicar un enfermedad, la viruela, que era una gran lacra para la humanidad”, reconoció Amós García, quien recordó que las juntas de vacunación que se crearon durante esta histórica expedición fueron el germen de la estructura del sistema de salud público en España, “que actualmente es uno de los pilares de nuestra sanidad universal”.