A finales de los 70, recién terminada la dictadura, irrumpió en nuestra sociedad un colectivo que hasta entonces había tenido que sobrevivir oculto y amenazado. En Santa Cruz tenían su punto de encuentro en el Puente Serrador. Eran los transexuales, llamados de forma despectiva o por ignorancia, travestis. He de decir, con orgullo, que mi grupo de amigos los acogió con la normalidad que entonces la sociedad no les dispensaba. Íbamos con frecuencia a echar un rato con ellos y en más de una ocasión salimos en su defensa ante problemas que surgieron. Con algunas de ellas, pasados más de treinta años, sigo teniendo amistad y cuando nos encontramos, en la expresión de nuestras caras se refleja la autenticidad de aquella relación de amigos. Allí estaban Aroha, Carla, Marcela, Gilda…Con Gilda fue con quien llegué a mantener una mayor relación de afecto. Un día me dijo: ¿por qué no escribes una canción sobre el Puente? A lo que le respondí: no, yo lo que quiero es escribir una canción sobre ti, pero para eso me tienes que contar toda la verdad de tu historia. Una noche fui a buscarla para invitarla a cenar y que me hablara de su vida. Pero no lo permitió, me dijo que yo iba a quedar marcado socialmente. Por mucho que insistí, no hubo manera de que aceptara mi invitación. Al final aparcamos el coche y me fue contando su historia, mientras yo tomaba nota en una libreta. Le quise compensar el tiempo que me había dedicado y no lo aceptó. Con mucho empeño, le di un billete de 5.000 pesetas. Me pidió que la llevara al Puente. Al bajarse me dijo: a ver si limpias el coche por dentro… Me encontré el billete bajo el asiento delantero y encajé la lección que me acababa de dar .Compuse una canción. Creo que hice una gran canción, una de mis mejores canciones…Gilda. A ella le encantó porque contaba su vida tal como había sido, o al menos conseguí plasmar en aquella letra todo lo que me había contado. Y… en el Puente fue todo un suceso. Más de una que me crucé por la calle me gritó: ¡A ver cuando me haces una canción a mí! Cuando salió el disco y estaba en plena campaña de promoción, alguien me sopló que Gilda andaba por Barcelona y me orientó sobre dónde podía dar con ella. La encontré y la llevé conmigo a los programas de radio. En las emisoras alucinaban. Estaban entrevistando a la protagonista de aquella historia tan singular. Y ella siempre respondía a todo con educación y mucha clase. Después de aquello perdimos el contacto.Tiempo después, una madrugada en un pub de Santa Cruz se me acercó un joven a saludarme y me dijo que era hermano de Antonio. Ante mi cara de no saber de quién me hablaba, me aclaró: ¡…de Toñi,…de Gilda! De primeras mostré mi alegría y pregunté qué tal le iba. Me respondió: no sabes nada, ¿verdad?,…Gilda volvió a ser Antonio y…murió. Me quedé impactado por las dos noticias y no pregunté ni cómo, ni cuándo, ni por qué.Con el tiempo me he dado cuenta de que Gilda para mi sigue viva. Lo ratifico cada vez que escucho la canción. Espero que algún día nos encontremos y nos podamos contar muchas cosas. Y que me pueda seguir demostrando que es mi amiga, mi amigo. Lo que quiera. A lo mejor, de ahí sale otra canción. Deja ver…
Gilda publicado por Caco Senante →