después del paréntesis

‘Impeachment’ contradictorio en Brasil

De existir un Top-10 de países contradictorios, la palma se la llevaría Brasil. Uno de los países del mundo con mayor riqueza en materias primas estratégicas, industrializado, exportador y gran polo turístico, paralelamente padece una de las mayores desigualdades sociales pese a los esfuerzos -con sus luces y sombras- del expresidente Lula da Silva y su sucesora, Dilma Rousseff, por reducir la pobreza.
Brasil es contradictorio, pues por años sus habitantes callaron a sabiendas que la corrupción del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y sus aliados, crearon una Caja B para gastos electorales o cuentas privadas con “mordidas” en la petrolífera Petrobras y concediendo zonas del Amazonas para extraer materias primas, pero Rousseff no sería sometida a un impeachment (juicio de destitución) por ello -si bien lo sabía-, sino por supuestamente falsear el ejercicio fiscal 2015 lo que, de aplicarse a nivel mundial, pocos gobernantes resistirían. Rousseff acabaría pagando, así, “mordidas” pasadas, incluidas las del Mundial de Fútbol (2014) y de las Olimpiadas 2016 aprobadas en épocas de bonanza por Lula y una población enfervorizada que hoy, con materias primas depreciadas, ve su país en recesión y afronta recortes sociales, por lo que redescubre la contradicción de grandes edificios de apartamentos, hoteles y oficinas, junto a inmensas favelas plenas de miseria y crimen.

Brasil es contradictorio porque quien denunció a Rousseff fue el vengativo presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, procesado por presunta corrupción en Petrobras, pero parte de la población cree que lo que padecen debe pagarlo la actual primera mandataria, pese a ser quien entregara los imputados a la Justicia (incluido Cunha), irritando a PT, aliados políticos mas empresarios corruptos y asumiendo el coste político del ajuste. Contradicción de una sociedad que admite que “no importa que roben mientras repartan”.
gerardoctkc@gmail.com