LA COLUMNA

El ‘marqués’ somos todos

Domingo González Arroyo, el marqués de La Oliva, somos todos. No vino de Marte, sino que es un fruto de la sociedad canaria, al punto que ha tenido que ser la Guardia Civil, y no los votos, quienes al fin lo desalojen de su feudo municipal majorero. Su historia se jalona con felonías tales como aquella vez que azuzó a la Policía Local para que usase gas pimienta contra los que protestaban del cambio de nombre de la avenida de Corralejo por avenida de La Coruña, en su afán de captar el voto de los efímeros emigrantes gallegos de la bomba inmobiliaria. La Cruz Roja atendió aquel domingo aciago a medio centenar de afectados. Tampoco cuando oímos aquella grabación en la que intentaba convencer (dicho suave) a otro y decía: “…Cuando vayas a hacer la casa, que necesitas tractores, tractores; que necesitas hormigonera, hormigonera; que necesitas materiales, pues materiales…). Entonces era del PP, aunque es verdad que José Manuel Soria lo expulsó. Da igual. Sus 4.800 hectáreas de terreno pesaron más que la soberanía popular. Más que nosotros. El marqués somos todos, por mucho que sea más de unos que de otros.