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Por lo seco

Cochinos hay muchos, que variedad de razas no faltan, pero cada vez encuentro más similitudes con el ser humano. Nuestra igualdad con el animal pasa no sólo por su código genético, nos sentimos tan identificados que denominamos cochinos o cerdos a esos que gustan de ejercer los hábitos del puerco. No es de extrañar, pues sin duda gruñimos, retozamos, formamos conjunto y hasta comemos lo mismo que ellos. Hay quien, y no seré yo quien señale, goza de hasta algún parecido físico, e insisto que no seré el que indique quién, pero jamones, carrilladas o papadas, son perfectamente reconocibles en nuestros congéneres. El chiquero, como metáfora, no deja de ser un sitio donde reflexionar. Es ideal para reconocer la dinámica vital, obcecados por sobrevivir hacinados en un espacio, condenados a compartir existencias míseras, limitados por los líderes de la piara, peleando por nuestra ración de fregadura, esperando sin remedio el día del sacrificio… Así pasa el tiempo, viviendo cochinamente y sin esperanzas de cambios. Al final, el conformismo del alimento diario es el mejor bálsamo para calmar las ansias de libertad. Pero de entre las acciones que, como marranos que somos, más nos gusta, está la de revolcarnos en el fango. No concebimos la vida sin recrearnos en las miserias que padecemos. Ante la adversidad caemos en la rutina de volver al lodazal y restregarnos en la mierda. Embadurnados de los pies, o más bien de las pezuñas a la cabeza, continuamos agonizando. Pareciera que disfrutamos con volver al mismo punto, estancados sin más. Círculos constantes que se repiten machacando nuestras mentes marchitas de ideas e ilusión. El barro es jodido. Se pega, ensucia, moja y dificulta los pasos. No tiene sentido volver a él pudiendo escoger otro camino y sin embargo es la primera opción. Nuestra condición así lo dicta, fruto de tanta educación reprimida, tanto vacío, tanta frustración almacenada… Frágiles e imperfectos, abocados al desastre. Sólo unos pocos son los que consiguen salir de esta práctica destructiva. Son los que, contra todo pronóstico, han logrado erguir el espinazo, comportarse como verdaderos homo sapiens, meter cabeza y empezar a caminar por lo seco.

@cesarmg78