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Quiso tocar el cielo

1. Tengo que reconocer que se me quebró la voz cuando, el otro día, pedí un aplauso para el hombre que quiso tocar el cielo: Javier Pérez, presidente del Club Deportivo Tenerife entre 1986 y 2002. Compartí con él muchas horas de palcos, aquí, en España, en Tel Aviv, en Roma, en Dinamarca, en Argentina. Escribí y coordiné dos libros sobre el Tenerife y sobre Javier. Le acompañé a muchos sitios donde fue, porque era amigo y porque quería empaparme de lo que hacía por el Club y por la isla. Javier fue un tipo extraordinario; muy especial, pero extraordinario. No se mereció lo que le hicieron algunos empresarios que él creía sus amigos y que lo traicionaron para hundir al Tenerife. Pero esto ya pasó. Ahora Javier no está entre nosotros, sino posiblemente en algún lugar donde se juegue al fútbol como los ángeles. Tendrá muchos espectadores, seguro, y él presidirá la plantilla celestial.

2. Se me quebró la voz, ustedes disculpen, ando muy sensible últimamente. Pero lo cierto es que el homenaje que ahora se le rinde llega tarde, pero llega. Así se lo dije a mi buen amigo Miguel Concepción, el segundo hombre milagro para el Club: lleva años bajando la deuda a razón de un millón de euros por año. Ya sólo quedan alrededor de 16, y, además, se le deben a La Caixa y a Hacienda. O sea, que no hay prisa porque esos dos pueden aguantar. Miguel había prometido este homenaje y lo ha cumplido. También me encantó saludar a Josefina Castañeda, esa gran mujer en la vida de Javier. No estaban sus hijas, Cristina y Paulita: pero sí asistirán al gran acto final.

3. Quiso tocar el cielo; y lo tocó. Hombres como Javier Pérez hacen falta en la vida de los pueblos. Hombres visionarios, entusiastas, hombres con ideas, hombres osados. En esta tierra, cuya especialidad es derribar símbolos y estatuas, el busto de Javier Pérez no ha sido erigido, como estaba previsto, en la puerta vieja del estadio Rodríguez López. Pues que se cumpla. Las gestas del Tete bajo su mandato serán recordadas siempre. Y quedan para la historia, en esos archivos maravillosos de la televisión pública. Por fin se ha hecho algo de justicia con este hombre.
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