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Un sector del PSOE presiona para que Rajoy gobierne en minoría

Pedro Sánchez, flanqueado por Micaela Navarro y César Luena, en la reunión de la ejecutiva del PSOE. / EP
Pedro Sánchez, flanqueado por Micaela Navarro y César Luena, en la reunión de la ejecutiva del PSOE. / EP

Una moneda al aire muestra las dos caras del PSOE tras las alecciones generales del domingo. En un sector influyente del partido, personificado en el histórico Felipe González y en la emergente Susana Díaz, se lleva las manos a la cabeza ante la idea de el Partido Socialista se apoye en Podemos para desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa. En estas circunstancias, la “precipitación” de César Luena al empujar a Pedro Sánchez a liderar una “alternativa” ha hecho saltar las alarmas. Ya sea en público o en privado, varios dirigentes territoriales presionan para permitir que Mariano Rajoy intente articular una mayoría que al menos impida un adelanto electoral a la vuelta de la esquina.

La presidenta de la Junta y secretaria general del PSOE andaluz ya se preocupó durante la campaña de extender el criterio de que gobierne la lista más votada. En más de una ocasión corrigió a Sánchez por insinuar los contrario a ese pensamiento. Ayer fue el extremeño Guillermo Fernández Vara quien avisó de que el PSOE “no puede alcanzar pactos con nadie que defienda la independencia de Cataluña o la autodeterminación de los pueblos de España”. Por eso, resaltó en una rueda de prensa en Mérida, “aquellos que llevan en sus programas electorales esas cuestiones, o renuncian a ellas, o nosotros no podemos alcanzar pactos de gobierno” con ellos. “A los socialistas nos une un proyecto de igualdad y de solidaridad”, profirió. “El proyecto de país y las banderas del PSOE son la escuela, la sanidad pública y la caja única de la Seguridad Social”. Por esa razón, informa Europa Press, Vara aseveró que “el PSOE no es la suma de partidos regionalistas”, sino “un partido federal que ha defendido y defenderá siempre la unidad de España”, y en el que “por encima de todo está el interés general de España y de los españoles”.
Desde su punto de vista, al PP le toca tomar la iniciativa de formar gobierno, porque “ha sido la lista más votada”, y, “en caso de que eso no fuera así, pues habrá que plantearse nuevos escenarios”. La convocatoria de nuevas elecciones le parece que “sería un fracaso colectivo”.
El congreso, aplazado

En Madrid, César Luena anunció que la ejecutiva federal ha decidido “aplazar” su congreso ordinario previsto para febrero y que no será convocado hasta que finalice la sesión de investidura del presidente en las Cortes. Sánchez optará a la reelección.

El último congreso ordinario, en el que fue elegido Alfredo Pérez Rubalcaba, fue en febrero de 2012 y, por tanto, “tocaría” organizar el próximo “a partir de febrero de 2016. Sánchez accedió a la secretaría general en uno extraordinario en julio de 2014, fijado por Rubalcaba tras la derrota de las elecciones europeas y precedido por unas primarias entre los afiliados.

Sin embargo, al coincidir con la fase de constitución de las Cortes Generales y la “sesión o sesiones de investidura”, la dirección del partido ha informado de “la conveniencia de convocar ese periodo ordinario de congresos”, desde el federal a los provinciales, “en primavera”. Esta es la “fecha orientativa” que ofreció el secretario de Organización, en espera de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos. “Una vez que termine esta fase sería cuando el partido convocaría los procesos congresuales”, explicó Luena.

Este se reunirá el Comité Federal para analizar el escenario derivado de las elecciones, en las que el PSOE obtuvo el 22% de los votos y 90 escaños.

Hasta ahí hemos llegado, amigo Sánchez

Domingo Negrín Moreno | Santa Cruz de Tenerife

La locura política es un estado transitorio de lucidez. “Hasta ahí hemos llegado, amigo Sánchez”. Eso le diría Mariano Rajoy al secretario general del PSOE en una edición revisada del Quijote adaptada a la época presente, en la que cabalgan de costado. Los molinos de viento ya no son gigantes, sino votantes, y se preguntan qué quiere la ciudadanía. Persiguen respuestas a sus delirantes interrogantes. “Podemos prometer…”. ¿Y qué? Esa es la cuestión: que ignoran lo que han de hacer para que no parezca que se compadecen de sí mismos. España se acostó con resaca y amaneció borracha. Mientras Rajoy reivindica su derecho a decidir, Sánchez duda si echarse al monte para recoger setas alucinógenas. En su entorno le aconsejan que se cuide de las compañías y se aleje del cuento de Alicia en el país de las maravillas.
Hasta la Comisión Europea afronta con inquietud la inestabilidad que presagian las urnas y apela al sentido de la responsabilidad. Una vez escuchado el sentir de la población, olfateado el “cambio”, degustado el guiso elaborado con ingredientes picantes -para disgusto de algunos comensales-, y visto el panorama, los presupuestos generales, aprobados en los albores de la décima legislatura, están en su punto y listos para repartir entre los contribuyentes. A Rajoy le duele más el tortazo electoral que la bofetada que le propinaron en Pontevedra. Las magulladuras físicas tienen cura. Para gobernar se precisan muchos puntos de sutura. El presidente está en posesión de la aguja, no así del hilo. Se la han liado.
La papeleta de proponer un candidato a la investidura es para el rey, Felipe VI. No Pablo Iglesias, que ha organizado una ronda de contactos paralela con los representantes parlamentarios. El tic tac del reloj constitucional marcará la hora de la renovación el 13 de enero. Para esa fecha serán citados 350 diputados y 208 senadores. Tras las pertinentes consultas, el jefe del Estado anunciará el nombre de la persona que reúna el máximo consenso para recibir las llaves de La Moncloa. Habría que ir a unos nuevos comicios si, transcurridos dos meses desde la primera votación, ningún arrendatario obtuviese la confianza del Congreso. Antes de eso, se impone una negociación, complicada, para colocar a los miembros de las mesas de ambas cámaras.