“Sin las ayudas del Cabildo no hubiese podido contar con una empleada en tan poco tiempo”

TABERNA BRISAS DEL TEIDE
Fátima Rodríguez (derecha), junto a su hija y empleada, Haridian Mesa.

Nunca es tarde para emprender, máxime cuando determinadas circunstancias en la vida llevan a las personas a optar por abrir su propio negocio como única salida laboral ante la dificultad de encontrar un empleo en tiempos de crisis. Así le ocurrió a Fátima Rodríguez Pérez, quien a sus 49 años y tras llevar dos en paro, vio cómo las oportunidades de trabajo a su edad eran cada vez más reducidas. Divorciada y con tres hijos, el pasado abril tomó la decisión de dar un nuevo giro a su vida e inauguró su local Brisas del Teide, una taberna radicada en el popular barrio lagunero de Las Veredillas de Taco en la que, además, y gracias a las ayudas de Fifede a la contratación, también ha podido dar un futuro a su hija.

Tras optar al Plan de Acción por el Empleo del Cabildo de Tenerife, iniciativa pública que gestiona la Fundación Insular para la Formación, el Empleo y el Desarrollo Empresarial (Fifede), la empresaria ha podido comenzar esta andadura laboral y contribuir a generar nuevos puestos de trabajo. Tras optar a la cuarta convocatoria de estas subvenciones, superó los requisitos establecidos y recibió 4.000 euros, una inyección económica que le ha permitido contar con una empleada en su local. El vicepresidente económico, Efraín Medina, señala que “se trata de ayudas a las empresas que contribuyen a sufragar durante un largo período los costes de la Seguridad Social de los contratados, un impulso a la economía insular que se otorga haciendo especial hincapié en el fomento del acceso laboral a colectivos vulnerables como demandantes de un primer empleo, mujeres, jóvenes o mayores de 45 años”.

Haridian Mesa Rodríguez es la nueva empleada de Brisas del Teide y, además, hija de la dueña. Llevaba varios meses desempleada tras haber trabajado en otros bares de la zona, por lo que a sus 26 años tampoco encontraba un futuro que le permitiera disfrutar de estabilidad económica. “Estoy muy contenta con esta oportunidad de volver a trabajar en lo que sé y, además, junto a mi madre, a quien ayudo en la barra sirviendo a los clientes. De momento el negocio está empezando y la zona no es muy transitada, pero no nos podemos quejar de la buena aceptación que ha tenido la taberna”, afirma la empleada.

Por su parte, la dueña del negocio, Fátima Rodríguez, asegura que conoció de estas ayudas a la contratación a través de su asesoría laboral, las cuales califica de “muy positivas para los pequeños negocios. Aunque mi familia me ayudó en los gastos iniciales con el local y los proveedores, si no me hubiesen concedido esta subvención ahora mismo no podría tener a nadie contratado, pues el bar lleva muy poco tiempo abierto y son más gastos que ingresos. Tener a mi hija aquí como empleada es, además, una tranquilidad y a ambas nos compensa a la hora de hacer turnos y, sobre todo, de que tener una nueva opción de trabajo”.

La Taberna Brisas del Teide abrió sus puertas por una necesidad personal. “Tras dos años sin encontrar un empleo y viviendo en casa de mi madre me sentía desesperada. Anteriormente había trabajado limpiando casas y un par de meses como camarera hasta que me quedé sin nada. Dentro de mis posibilidades laborales y económicas abrir este negocio era la única opción para salir de la depresión en la que estaba entrando, así que arriesgué. Asesorada por mi hermana, que tiene un restaurante, y gracias a que mi familia me ha echado una mano, hoy mi vida es otra”, asegura.

Un local, entre paredes rosas y cuadros con la imagen del Teide que da nombre a esta taberna en la que madre e hija despachan bocadillos, hamburguesas, perritos y croissants a sus clientes, junto a un buen vino del país que se acompaña con carne de fiesta o paella para los clientes habituales.

“Es la primera vez que tengo algo mío -confiesa ilusionada- y, aunque al principio no sabía muy bien del mundo de la hostelería, soy una persona que aprendo rápido y ya me voy poniendo al día para salir adelante. Es un negocio familiar, pequeño y discreto en el que trabajamos de lunes a sábado desde la mañana a la noche. Por el momento, la idea ha tenido aceptación y lo más importante es que los clientes repiten. No sé si más adelante me plantearé contratar a alguien más, pero ahora estamos bien así y entre las dos somos suficientes para atender las mesas y la cocina”.

Fátima Rodríguez sonríe detrás de la barra de su taberna. En menos de un año su vida ha cambiado y es algo que le ha dado fuerzas para continuar. “Mi consejo para esas personas que no encuentran trabajo, como me pasó a mi, es que dejen el miedo y se atrevan a emprender en lo que les guste. En mi caso estaba amargada, pero ahora estoy feliz”, concluye.