CULTURA

Sister Act, en comunión con la música

Las monjas del Convento de Los Ángeles ya hicieron sus maletas para actuar este martes, 29 de diciembre, en Tenerife. En ellas guardaron sus hábitos y partituras, dejando atrás Valladolid y con el firme objetivo de poner sobre el escenario del Auditorio de Tenerife Adán Martín, hasta el 4 de enero, el musical Sister Act. Y es que la hermandad está de gira desde el pasado 20 de agosto, cuando salieron de Barcelona hacia el Teatro Arriaga de Bilbao.

Las hermanas llegan al Archipiélago acompañadas de un gran equipo técnico, compuesto por unos 35 profesionales. La siguiente parada, después de partir el año en Tenerife, será Las Palmas de Gran Canaria. Y aún queda mucho territorio que recorrer. “Por ahora, cerraremos la gira el próximo 26 de junio en Madrid”, adelanta el regidor del espectáculo a DIARIO DE AVISOS, Gonzalo Lisiardi.

Gracias a sus productores, Stage Entertainment, el Terrat y la propia Whoopi Goldberg, este periódico tuvo la oportunidad de viajar hasta Valladolid para conocer de primera mano todo lo que esconde una propuesta que ha sido bendecido por Broadway, se ha estrenado en 12 países diferentes, se ha traducido a siete idiomas y ya suma más de cuatro millones de espectadores. Nada más y nada menos.

Sister Act, el musical cuenta la historia de Deloris, una joven cantante que se convierte en testigo de un asesinato y debe huir a un convento, el único lugar donde nunca la encontrarían. Deloris revoluciona, con su arrolladora personalidad, al coro de monjas, llenando sus canciones religiosas de ritmos funk, soul e incluso, disco. Un relato que ya conocemos gracias a la película homónima protagonizada por Whoopi Goldberg en 1992. “En el estreno ella vino a vernos. Nos encontramos con una auténtica dama, que tuvo palabras para todos nosotros y que lo ha dado todo para llevar esta historia por todo el mundo”, relata Àngels Gonyalons, actriz catalana que representa a la Madre Superiora.

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Este show, que ha cosechado grandes éxitos, funciona como un perfecto engranaje. “Somos 35 personas en la parte técnica, 30 artistas sobre el escenario y siete músicos que tocan en directo. Además, en cada ciudad que visitamos, contratamos a unas 20 personas más. Por eso, la organización previa es fundamental”, apunta Lisiardi. A pesar de eso, y como si fuera un auténtico milagro, todos trabajan en perfecta armonía. “Esta es una gran familia de gira, somos más de 74 personas las que viajamos juntas. Lo mejor es que todos nos llevamos muy bien”, señala Mireia Mambo, actriz que da vida a Deloris, el personaje principal. Detrás de la escena se representa otra obra. Una que comienza a montarse con muchos días de anticipación. “El espectáculo comienza dos días y medio antes de la representación, cuando empiezan a llegar los siete tráileres con toda la escenografía, que tiene un peso total de 17 toneladas”, continúa Lisiardi. Hasta el suelo que pisan los actores viene en esos tráileres. “Solo vamos a teatros que cuentan con el espacio suficiente para montar toda la escenografía”, asevera el regidor. Una buena noticia para los isleños, pues podrán disfrutar del mismo musical que se representa en otros escenarios, sin ninguna variante. “La obra que se ha visto en Valladolid, será la misma que se verá en Tenerife, Las Palmas o Madrid”, confirman una vez más más.

Además de la impresionante escenografía, diseñada por Klara Zieglerova, el vestuario también forma parte fundamental de la historia. “Son más de 200 piezas que evolucionan al ritmo del musical. Pasamos de los trajes más conservadores a los hábitos de lentejuelas al final”, añade Gurutze Esteban, jefa de vestuario, que curiosamente lleva tres años, con este, celebrando la Nochevieja en Tenerife junto a los equipos de My fair lady y Los Miserables. “Los tinerfeños son un público muy agradecido, en parte porque a las Islas llegan muy pocas producciones. Los canarios en general se vuelcan con los musicales”, enfatiza Esteban.

Desde el escenario, Mireia Mambo apunta que el público siempre es muy receptivo. “Desde el principio los ves con ganas de bailar, pero es al final cuando de verdad lo hacen, cuando les invitamos a unirse”. Y es que las canciones te hacen levantarte del asiento, sobre todo, desde la segunda parte de la obra. “La gente nos suele decir que los últimos minutos son casi terapéuticos, que los debería recetar el médico”, concluye Lucy Lummis, dance captain y asistente de dirección.

Lo cierto es que al finalizar la obra los espectadores se sienten un poco más felices, salen del teatro tarareando las canciones y las risas llenan la sala. Todos se van comentando la obra y las críticas recurrentes suelen ser muy positivas. Puede que sea porque Sister Act nos lleve a una comunión con nosotros mismos.