cuadernos de áfrica

Testículos salados – Por Rafael Muñoz Abad

Apuntaban los capellanes y maestros irlandeses en el Cono Sur de los Pinochet y Videla, que los niños debían jugar al rugby para aprender la vacía recompensa del esfuerzo silencioso a cambio de nada y que el fútbol era un deporte de divos con escaso aprendizaje de cara a la vida. Hablar de colegios privados para los blancos en la Sudáfrica del apartheid no tenía mucho sentido pues las mejores instalaciones estaban destinadas a los niños rubios y las chapas de uralita a los coloureds y negros. Una más de las muchas trincheras sociales de un país esperpéntico.

En lengua inglesa y a las faldas de la granítica mole del Table Mountain, Bishops ha representado la enseñanza más liberal y mixta para la educación de pago entre las clases pudientes de El Cabo. La otra opción siempre ha sido de marcado carácter conservador, impartida en afrikáans y en la órbita de la ideología segregacionista de los gobiernos blancos; caso de las rígidas aulas de Stellembosch, el Oxford de África.

En el claustro de Bishops se leía The Cape Times y en los otros Die Burger. Un poco como El País y el ABC. En Bishops se jugaba al cricket y en Stellembosch el rugby era venerado como uno de los tres pilares de la tribu afrikáner; los otros dos son el calvinismo y la familia. Estudiar en un colegio pijo y que no te gustara el balón oval era estar condenado a soportar un calvario de abusos y burlas relacionadas con la carencia de masculinidad y, de alguna manera, así continua siendo. La vieja Sudáfrica aún goza de plena salud emocional. ¿Entonces, a qué jugaban los niños negros?; supongo que al fútbol y a correr delante de la policía…

Un partido entre británicos y bóers es la excusa para romperle la nariz y zurrarle a los souties o testículos salados. Apodo [despectivo] del afrikáner hacia el inglés acusándole de remilgado y de siempre haber vivido con un pie en Inglaterra y otro en África del sur. Tecnicismo de barra de bar que incluso la divina Charlize Theron ha usado refiriéndose a lo poco que soporta escuchar la lengua de Shakespeare. A ojos del inglés, el bóer es un barbudo sin modales al que no hubo más remedio que domar a tiros hace ya más de una centuria. Y es que incluso en la compleja Sudáfrica hay blancos y blancos.

CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.

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