SOCIEDAD

La ULL más solidaria

El acompañamiento y asistencia a personas con discapacidad es uno de los ámbitos en los que colaboran los voluntarios de la ULL. / DA
El acompañamiento y asistencia a personas con discapacidad es uno de los ámbitos en los que colaboran los voluntarios de la ULL. / DA

Cuando la mayoría de los universitarios aprovecha para divertirse y disfrutar de ese ambiente único que ofrecen los años de facultad, hay unos pocos estudiantes que prefieren dedicar su tiempo a ayudar a los demás de forma desinteresada. Son los voluntarios, una especie en extinción que en la Universidad de La Laguna (ULL) se ha multiplicado en los últimos meses, merced al trabajo que realiza desde hace un año la Oficina del Voluntariado puesta en marcha por ULL Solidaria, dentro del Vicerrectorado de Relaciones con la Sociedad.

Su responsable, la estudiante de Trabajo Social Naima Palenzuela (que compagina sus estudios con esta responsabilidad merced a una beca de la Fundación CajaCanarias), es uno de esos ejemplos de joven con vocación de servicio, ya que gracias a su labor de difusión y dedicación ha conseguido que en poco tiempo la cifra de voluntarios y de ONG colaboradoras crezca hasta casi duplicar la del curso pasado. Así, en estos momentos son ya más de 240 los estudiantes que colaboran en distintos proyectos solidarios de 63 organizaciones sin ánimo de lucro y 11 servicios internos de la propia institución académica. Contamos con ONG vinculadas al ámbito sanitario, educativo, social, medioambiental, etc. Y hay voluntarios que son alumnos de Enfermería, Fisioterapia, Medicina, Trabajo Social, Sociología y otras muchas carreras”, expone Naima, quien asegura que “el único requisito que se les pone a las entidades es que no tengan ánimo de lucro y cuenten con un programa de voluntariado. Trabajamos en toda Canarias, pero en estos momentos casi todos son proyectos que se desarrollan en la provincia Tenerife”, agrega la joven.

Para ser voluntario, basta con rellenar un formulario web y elegir uno de los ámbitos en los que desarrollan su actividad las ONG que colaboran con ULL Solidaria. De este modo, pueden ser los propios alumnos los que escojan el proyecto o ser la universidad quien se lo asigne. Entre las entidades que participan en el proyecto están Cáritas, Cruz Roja, Amnistía Internacional, Ámate, Pequeño Valiente y otras ONG más pequeñas, que son las que más voluntarios demandan. “Los alumnos se suelen interesar por proyectos que están vinculados a su formación y futura titulación, pero también son muchos los que acuden a una ONG para satisfacer una inquietud más personal”, subraya Naima Palenzuela, quien recuerda que en las organizaciones “no solo se trabajan competencias profesionales o curriculares, también cuestiones que tienen que ver con los valores y la formación como persona y ciudadano”. No en vano, entre las actividades que realizan los voluntarios están el acompañamiento de personas mayores en residencias, la limpieza de playas, acciones para combatir el rabo de gato en los montes de la Isla, la asistencia a niños con cáncer y sus familias en hospitales, proyectos de inserción para personas en exclusión social, etc.

“Tenemos claro que la universidad debe transferir a la sociedad aspectos como tecnología, conocimiento, metodología y egresados empleables, pero también solidaridad. Y en ese sentido se enmarca el programa de fomento del voluntariado”, recalca del vicerrector de Relaciones con la Sociedad, Francisco García. En su opinión, “estamos asistiendo a una crisis de valores en nuestra sociedad, y consideramos que la universidad debe recuperar el liderazgo que tuvo en otras épocas, de implicación en los problemas sociales”.

En la misma línea se manifiesta el director del Secretariado de Responsabilidad Social de la ULL, Francisco Amador, que es el encargado de coordinar el proyecto. Este admite estar sorprendido de la dinámica positiva que está llevando este servicio, que “ha crecido mucho en muy poco tiempo”. Por eso, ya se está trabajando en ir más allá, creando por ejemplo una Oficina de Sostenibilidad y asumiendo dentro de ULL Solidaria (cuyo presupuesto es de apenas 8.000 euros) servicios que ya prestaba la universidad, como el acompañamiento para alumnos con algún tipo de discapacidad.

Créditos curriculares

El voluntariado, además, permite a los alumnos convalidar sus horas de trabajo en las ONG por hasta seis créditos de libre configuración (cada crédito equivale a 25 horas de trabajo), con un máximo de tres al año. “Solicitamos un certificado de horas realizadas, y en el acuerdo del alumno con la ONG deben aparecer las actividades que va a realizar. Además, existe seguimiento por parte de la universidad, y si el voluntario considera que en algún momento se están vulnerando sus derechos, puede abandonar la actividad y notificarlo”, denota Francisco Amador, quien deja claro que todas las organizaciones sociales con las que se trabaja tienen amplia experiencia en los ámbitos en los que desarrollan sus proyectos.

Desiré, Ana, Mónica y Atenery, estudiantes de Trabajo Social, son voluntarias. Reconocen que se enteraron por casualidad de la posibilidad de hacer un voluntariado a través de la Universidad de La Laguna. “Vimos un cartel de Pequeño Valiente (ONG que asiste a niños enfermos de cáncer y sus familias) y acudimos a una charla sobre voluntariado, donde había una representación de algunas organizaciones. Nos convencieron y decidimos apuntarnos”. En su caso, ser voluntario en un hospital no es nada sencillo, y confiesan que nunca antes se habían enfrentado a situaciones tan difíciles como las que viven los menores con enfermedades oncológicas y sus padres. Aun así, afirman sentirse muy contentas y “más realizadas como personas”. “Esta experiencia nos sitúa en la vida real, con personas con las que trabajaremos en el futuro”, recalca Desiré, convertida ahora en portavoz de este proyecto solidario gestado en las aulas laguneras.

El ejemplo de Pequeño Valiente

– Uno de los ejemplos más significativos del éxito del proyecto de voluntariado de ULL Solidaria es el de la ONG Pequeño Valiente. Hace seis meses, la trabajadora social de la organización, Nuria González, se puso en contacto con el Vicerrectorado para solicitar estudiantes que pudieran ayudar en la implantación de la entidad en la provincia de Tenerife. En poco tiempo, por Pequeño Valiente se interesaron más de una docena de alumnos, de los cuales 8 colaboran activamente en los proyectos de asistencia y acompañamiento de los pacientes oncológicos y sus familias.

– La mayoría son estudiantes de Trabajo Social, pero también hay alumnos de Educación Física y Enfermería. “Hacemos un pequeño test psicológico inicial y una entrevista, porque no todos los voluntarios están capacitados para trabajar en el hospital. Con el tiempo, la mayoría acaba acostumbrándose. Pero el que no está capacitado para trabajar con los niños ingresados, puede hacerlo en otros proyectos y acciones”, expone Nuria González, quien asegura que “las familias están encantadas, porque los niños no tienen actividades dentro del hospital, y gracias a los voluntarios pueden salir de su rutina y olvidarse por un rato de su enfermedad”. Una opinión que suscribe Francisco Santana, miembro de Pequeño Valiente y profesor de Sociología de la ULL. “Es un voluntariado muy difícil, porque hablamos de menores con tratamientos largos y complejos, y los hospitales no tienen los recursos suficientes para abordar el tiempo libre de esos niños. Y gracias a los voluntarios se resuelve un servicio que en realidad debería ser público. Ayudan al tratamiento y el día a día de las familias, y a nosotros nos ha dado un impulso muy importante”, concluye Francisco.