el charco hondo

(y 3)

Hay enamoramientos que no terminan de cuajar. A veces los hechos levantan muros que el amor no logra saltar. Culpa de la distancia, Capuletos, malentendidos o Montescos, hay amores a contracorriente y pactos de Gobierno que envejecen lenta pero incansablemente sin llegar a vivirse, sin que los planes de los pretendientes lleguen a concretarse. A veces, como ha pasado con el amor imposible de Coalición y el PP, no se frustran por la distancia o por el vértigo que genera dar el paso con la oposición de la parentela. Son las matemáticas las que, en este caso, han provocado que un amor de los de antes siga agonizando por exceso de interinidad. Más aún cuando el 20 de diciembre tampoco les ha despejado el camino al altar. No hay forma. El plan A, el pacto CC-PP que tantos soñaron tanto, el que iba a ser y no fue por culpa de las matemáticas parlamentarias, no ha tenido en el 20-D la segunda oportunidad que estaba esperando. La situación en las Cortes es tan confusa que no saben en el PP de por aquí si seguir en la sala de espera (demasiados meses, ya) o, abandonadas las esperanzas de entrar en el Gobierno canario, dar por finalizada la tregua y empezar a hacerle oposición. Es en este punto, aquí sí, donde lo ocurrido en las elecciones generales cambia las cosas en la escena local. No habrá otro pacto en el Gobierno porque, por segunda vez, no se han dado las condiciones; pero, si en el PP canario concluyen que las posibilidades de entrar en el Ejecutivo han decaído definitivamente, ahora sí, el buen rollismo se adentrará en terrenos más pantanosos e imprevisibles. Hay más. Como el resto del país, también Canarias sufrirá en propias carnes el parón que el lío que se tienen en el Congreso provocará en los ministerios. Los compromisos adquiridos con las Islas por el Estado quedan en manos de un inquietante e incierto veremos. El caos que ha surgido del 20 de diciembre deja en el aire acuerdos, amores y desamores.