tribuna

Arístides Ferrer, una figura extraordinaria – Por Corviniano Clavijo

Como me ha repetido en varias ocasiones mi buen amigo Miguel Ángel Curbelo Guanche, “Arístides Ferrer fue un maestro singular, excelente profesor, mejor profesional y un amigo único e irrepetible. Y una persona de una gran modestia que acompaña a todo paisano de tierra adentro, y que rechazó en vida cualquier reconocimiento público”.

Su sabiduría e ilustración en el saber de tantas materias que supo impartir en su dilatada carrera en la Escuela de Comercio, hacen de su persona un modelo de referencia, como profesor y como hombre de bien, para todos los que le conocimos y disfrutamos de su buen hacer.

Personalmente conocí a Arístides Ferrer desde que era un niño, pues él y mi padre eran grandes amigos.
Mi padre siempre nos recordaba que él tenía dos personas, mayores que él, a quienes les tenía una gran admiración y un cariño infinito; una era Arístides Ferrer, y otra, su común amigo Jacinto Arzola.

No tuve la fortuna por mi edad de disfrutar de él, pero en mi casa se sabía transmitir el cariño y la admiración hacia las personas queridas.

En el homenaje que se le brindó con ocasión de la celebración del Congreso de Censores Jurados de Cuentas de España en Las Palmas de Gran Canaria, Juan Rodríguez Doreste, alcalde de la ciudad, profesor y compañero del Penal de Gando, le dedicó unas bellas palabras sacadas de su libro Cuadros del Penal: “… aquel imponente gigantón, hercúleo, que debe descender directamente de una de las ramas guanches de Arafo, en el Sur de Tenerife, poseía todas las calificaciones corporales y morales para el empeño -se le quería nombrar jefe de campo por los compañeros de fatigas en el Penal de Gando-. Estatura, gesto decidido, voz grave y sonora, mirada que sabía ser severa cuando era necesario, ductilidad de trato, decisión y dinamismo… A los ojos de los compañeros era el hombre comprensivo, amable, con ese sentido del humor, mezcla de sorna e ironía, del buen campesino canario, pues Arístides, con todos los refinamientos de su gran cultura y las sutilezas de su excepcional inteligencia, sigue guardando esos tesoros de ecuanimidad, prudencia, reserva, discreción y espontaneidad sincera del hombre del campo de nuestra tierra”.

Su gran formación académica y sus amplios conocimientos hicieron de él un hombre inquieto culturalmente. Formaba parte del Círculo de Bellas Artes, del Ateneo de La Laguna… Fueron sus amigos profesores, profesionales del Derecho y de la Empresa, escritores y poetas, pintores, músicos y otras gentes, como solía decir su amigo y caricaturista Paco Martínez.

Sus alumnos, como bien resalta Miguel Ángel Curbelo Guanche, le recuerdan “como un maestro, en el amplio sentido que tal calificativo supone. Ejerció su magisterio con absoluta dedicación y con una pedagogía particular. Lograba mantener la atención en sus explicaciones y salpicaba sus enseñanzas con comentarios amenos. Nunca utilizó la tribuna para hacer alarde de sus ideales políticos”.

Su legado a las generaciones de estudiantes que pasaron por la Escuela de Comercio fue rico en conocimientos y también en valores éticos y morales. También les enseñó a leer entre líneas. Según cual fuera el día que tocaba la clase de Geografía Económica, las ironías parecían entresacadas de La Codorniz.

Arístides Ferrer, junto con otros compañeros de la provincia de Las Palmas, fue miembro fundador de la Zona XII de Canarias, de la que fue directivo en varias ocasiones y, posteriormente, con ocasión de la celebración del acto de promesa o jura de los miembros de la promoción de nuevos Censores Jurados de Cuentas de 1975. Se convocó entonces una reunión extraordinaria de la directiva en pleno del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España, que se había desplazado a la Isla para asistir a los actos de incorporación de los nuevos miembros de la Promoción de 1975. A dicha reunión se invitó a todos los miembros de la Junta Directiva de la Zona XII allí presentes, y se invitó a su vez a los demás asistentes miembros del ICJCE.

Para darle oficialidad a la reunión se improvisó el Orden del día, en el que Arístides Ferrer propuso, junto a José Sabaté Forns, la división de la Zona XII en dos delegaciones: una radicada en Las Palmas, la XII, y otra con sede en Santa Cruz de Tenerife, la XIV, que era el número siguiente a la última Zona creada. En el acto de constitución de la Zona XIV del ICJCE se decidió una primera junta directiva con votación de los miembros presentes de la Zona XII adscritos a la provincia de Santa Cruz de Tenerife, por estrictas razones de residencia, resultando elegidos como primer presidente y delegado de la Zona XIV, Arístides Ferrer García; como primer secretario, José Sabaté Forns; y como primer tesorero, Fernando Lorenzo García. Cada uno de ellos representaba a una de las tres promociones de Censores Jurados de Cuentas que conformaban el colectivo de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

Antes de su fallecimiento donó su biblioteca de unos 7.000 volúmenes para que sirviera de germen para la difusión cultural, como se refleja en la certificación emitida por el Ayuntamiento de Arafo en el acuerdo de aceptación de su legado: “Comprometerse a destinar el patrimonio donado por el señor Ferrer García al fin exigido por el donante: formará parte de la Biblioteca Municipal para que pueda ser utilizado por cuantas personas sientan interés por la lectura o la investigación”.

Por esas y otras muchas razones, el Comité Organizador de los actos del Centenario del nacimiento del profesor Arístides Ferrer García acordó honrar su memoria como se merece al “maestro de maestros” y constituir una Fundación con el nombre de este ilustre profesor, con la finalidad de “promover la Cultura y la Difusión del conocimiento científico en general y en materia Contable y Económico-Financiera en particular”.

La Fundación Arístides Ferrer es un proyecto que hoy ve la luz gracias al encomiable y pragmático entusiasmo de Miguel Ángel Curbelo Guanche y al trabajo de muchas personas, que lo han hecho posible en un esfuerzo constante y meritorio, y en consideración a la figura extraordinaria del profesor Arístides Ferrer García.