el almendrero de nicolás

Asalto al sentido común

Todos hemos notado un cambio en la actitud de la gente ante la política, parece que estemos en un momento de transición. De hecho, la politización de la sociedad se incrementa en los momentos de transición e incertidumbre ante los cambios percibidos. Las apariencias indican que este vuelco de la realidad política se debe a la habilidad de Podemos para acaparar portadas, y no es así exactamente, aunque habilidad hay y mucha. Pero hay una explicación mucho más profunda y determinante de este vuelco que tiene que ver principalmente con el hecho de que el movimiento podemista ha ocupado un espacio privilegiado en los escenarios donde se configura el sentido común. Quiere decir esto que las claves o marcos de interpretación mediante los cuales la gente interioriza la realidad ya no son exclusivamente los del pensamiento conservador. Ahora, el sentido común admite y se expresa con otra forma de entender y abordar las cuestiones que afectan a lo social. Y eso es lo que más le jeringa al pensamiento dominante, que sus marcos se han debilitado, sus sobreentendidos cognitivos han quedado obsoletos y cuestionados. Están dañados. La manera hegemónica conservadora de ver el mundo está siendo desafiada por otros enfoques que se han ido construyendo en las últimas décadas gracias a la crisis económica y de representatividad, y a la energía de nuevos sujetos sociales colectivos que han puesto en la picota algunas verdades y formas de gestionar la cosa pública. Pero también, cómo no, a que por fin el discurso de la izquierda ha superado viejos clichés y esquemas del pasado, alcanzado un grado razonable de diagnóstico y pronóstico sobre el presente y el futuro. No ha sido un trabajo exclusivo de los grupos alternativos, ha sido un proceso colectivo y mundial que viene reflexionándose, experimentándose con sus ensayos y sus errores, desde los años 80 a partir de premisas como la participación vinculante, la heterodoxia, el feminismo, la ecología, la soberanía y las identidades nacionales, la democracia radical, en definitiva, con el empeño puesto en un renovado y contextualizado anticapitalismo comunitario.

La centralidad no consiste exclusivamente en colocar determinados temas en la agenda política, la verdadera centralidad para la izquierda consiste en que sus marcos, nuestros marcos de interpretación, es decir, el significado que damos a las cosas, ocupe un espacio importante del sentido común. Es verdad que, ahora, mucha gente razona como la izquierda, pero también es verdad que la izquierda aprendió a razonar como la gente. Como dice mi autor de cabecera: “Una vez tu marco se acepta dentro del discurso, todo lo que dices es sencillamente de sentido común… porque el sentido común es eso: razonar dentro de un lugar común, dentro de un marco aceptado”. Lakoff y Gramsci estarían orgullosos de nosotros.