Uno de los inconvenientes de la expansión monetaria causante de la crisis que hemos vivido es, precisamente, el inducir a los agentes económicos privados a cometer errores. Hacerles llegar a creer que una situación que se produce en el tiempo, año tras año, será permanente es algo que siempre se observa cuando se pueden analizar los subsiguientes y dolorosos procesos de ajustes. Algo de esto vivió una empresa como Chafiras, quien al socaire de los inversiones y beneficios extraordinarios que proporcionaba el sector inmobiliario sacrificó su crecimiento natural por las teóricas minas del Rey Salomón. Hoy son conscientes de las heridas de guerra, de lo cerca que estuvo el precipicio pero también pueden presumir -aunque no le gustará nada la expresión- de lo que no quisieron hacer: Al ser tan escrupulosos servidores de la palabra dada retrasaron la presentación de un preconcurso de acreedores, tampoco quisieron dejar en la estacada a los trabajadores a los que liquidaron con 40 días sin presentar un ERE, el consejo de sus asesores. Así que en este caso, los errores empresariales que pudieran haber cometido al calor de la burbuja los han pagado, con creces, a pulmón. Carlos González Toledo, que sigue siendo su cabeza visible, no ha tenido que traicionar sus creencias y eso lo hace sentirse orgulloso.
-Entran en la crisis con el negocio diversificado pero muy escorados hacia la construcción.
“Nos cogió en pañales, ahora me gusta decir que zapatero a tus zapatos. Dudaba entre concentrarnos en lo que sabíamos hacer, en fortalecer nuestro negocio o diversificar, pero veíamos pasar el dinero delante de nuestras narices y era difícil decir que no, pensaba que dejábamos pasar oportunidades que todo el mundo estaba aprovechando. Ibas al banco a financiar la compra de un suelo de 2.000 metros y te convencían para que lo hicieras con uno de 10.000. Entrabas con una pequeña promoción de 40 viviendas y salías con una de 400, te decía que qué problemas tenías si ellos te daban el dinero. Era complicado saber que era la correcto entonces. empezamos a comprar suelo clasificado y hacer promociones, estalla la burbuja y nos coge dentro”.
-¡Vaya faena! Pasa eso con una deuda elevada y los bancos cambian de criterio, donde antes todo eran facilidades, ahora no hay más que problemas irresolubles.
“Haces un esfuerzo por entender también al banquero, es su trabajo. Pero es cierto que cuando no has engañado nunca a nadie (no deliberadamente) no terminas de entender que ese señor que está frente a ti pretenda quitarte hasta la casa en la que duermes. Es muy duro, supongo que si pudieron ayudar, alguno lo hizo, pero daba la sensación de que tampoco querían entender mucho por lo que estabas pasando”.
-Suelta todo el lastre que puede, supongo.
“Esto lo explico a mis hijos con el ejemplo de un barco que, a unos kilómetros de la costa, cargado con varias toneladas de oro y plata se encuentra con que tiene una vía de agua. La decisión no es sencilla, pero sabes que si tiras por la borda los metales, tienes una opción de llegar y salvar la vida. Nosotros hemos tenido que tirar la carga y de no haberlo hecho, el barco se habría hundido. Eso significa que hicimos de todo, dación en pago con algunas propiedades, vendimos otras, tuvimos que despedir a trabajadores. Esto es lo más que nos costó”.
-Sin embargo, no hizo un ERE.
“No, no podía. Legalmente sí, claro, pero no moralmente. Era nuestra gente, de nuestros barrios, gente a la que conocíamos y con la que manteníamos una responsabilidad. Pasamos de 148 trabajadores a 72, despedimos con 40 días y buscamos soluciones en algunas tiendas donde se mantuvieron abiertas cediendo el negocio. Preferimos vender inmuebles antes que un ERE. Hoy ya hemos vuelto a contratar, estamos cerca del centenar, trabajadores a los que hacemos fijo pasado el periodo de prueba”.
-Prefiere asumir unos costes que podría haberse evitado.
“No es una frase hecha, pero las naves, las propiedades, los solares no son los que hacen una empresa. Es el conjunto de la firma, gente que se comprometió con nosotros y quisimos corresponder en la medida de nuestras posibilidades. El patrimonio que generamos en la empresa es de la empresa pero ha sido en parte gracias al esfuerzo de los trabajadores. En esta crisis hemos perdido mucho patrimonio pero hemos cumplido con todo el mundo”.
-Comprando inmuebles a precio de burbuja y vendiéndolos a precio de saldo.
“Pero la vida es así, a veces ganas y otras veces no. Lo que compraste a 10 creyendo que estaba bien lo has tenido que vender por 4, nadie daba más de eso pero servía para ponernos al día y colocarnos en las condiciones necesarias para poder competir de nuevo”.
-Ya están en esa etapa.
“Sí, desde diciembre de 2013 observamos que la cosa mejora, ya concentrados en nuestro negocio de siempre. Una parte de esa mejora es porque las cosas también cambian en la isla; otra porque, desgraciadamente, algunos de nuestros competidores se han quedado por el camino. Vendrán otros nuevos, siempre es así, pero de momento esto también lo notamos”.
-¿Han aprendido de esta crisis?
“Hay cosas que nunca hemos olvidado. Pese a algunos errores, siempre hemos considerado que debíamos reinvertir en la empresa, no sacar el dinero para tener nosotros grandes casas, barcos o coches. Creo que esa determinación limitó muchos los daños. También estamos concentrados en lo que sabemos hacer y buscamos ampliar nuestro negocio. Tenemos 40 mil metros en los centros de las Chafiras en los que poder ampliar”.
-Esa idea de la diversificación es siempre poderosa, pero cabe preguntar por qué uno ha de diversificarse si es muy bueno en lo que sabe hacer.
“Porque tienes un techo, Chafiras lo tenía salvo que saliésemos de la isla. Es justo lo que haremos ahora, buscar nuevos lugares donde invertir. Eso nos permite negociar mejor con proveedores y beneficiarnos de nuestro posicionamiento en más mercados”.
-Usted es del sur de la Isla, ¿el tema de la seguridad no les inquieta?
“Mucho, creo que es algo en lo que deberíamos hacer hincapié. No hay derecho que los coches de la Guardia Civil, a veces, no puedan patrullar por no tener ruedas en condiciones. Estamos arriesgando mucho, se habla de seguridad jurídica pero este tipo de seguridad es igualmente importante. Nadie quiere invertir en un lugar si considera que le pueden dañar, esto hay que tomárselo en serio”.