el charco hondo

Colonia

Siglos atrás, en el XVIII, entre el 17 de julio de 1738 y el 26 de junio de 1767, Grenouille aprendió a ganarse a quienes más tarde destruía. Algo jorobado, innegablemente feo, desgraciado, se caracterizó por no desprender ningún olor. Era fuerte como una bacteria resistente, y frugal como una garrapata; fue un monstruo desde el principio, o así lo describe Süskind, que remata el retrato de Grenouille recalcando que vivía, pensaba y actuaba con el olfato, eliminando cualquier otro elemento o sentido. Horas atrás, en el XXI, entre el 5 de enero de 2016 y el 6 de enero de 2016, Arturo José, ni feo, ni guapo, ni lo contrario, con la excusa de la noche de Reyes se regaló la colonia que durante estas semanas han anunciado cansina, insultante e incesantemente en televisión. Arturo José, ni feo, ni guapo, ni lo contrario, se puso la colonia ayer por la tarde, no quiso, no pudo, esperar a la mañana de hoy. No hay tiempo que perder, se dijo minutos antes de salir a la calle, a dejarse ver, a dejarse oler, a echarse unas cañas mientras padres, madres, abuelos, tíos y niños corrían cabalgata arriba, cabalgata abajo. Se puso la colonia con movimientos litúrgicos, algo agitado, eso sí, y no era para menos porque su vida iba a cambiar para siempre.

Atrás dejaba años en los que, como Grenouille, no desprendió ningún olor. Ayer salió a la calle oliéndose a sí mismo, inundando el aire con la colonia que iba a encumbrarlo. Sin embargo, absolutamente nada de lo que le habían anunciado ocurrió. Las mujeres, lejos de echársele encima poseídas o deseando serlo, pasaban de largo; incomprensiblemente, no se le abalanzaban. Ni una sola le habló en francés (tampoco en castellano; no le hablaron, a secas). Tampoco le salieron las abdominales de Cristiano. No llovieron rosas. No se tiñó la atmósfera de azul. No pasó nada. Arturo José, ni feo, ni guapo, ni lo contrario, volvió a casa sobre sus pasos y tiró la colonia y El perfume de Patrick Süskind a la basura.