diario del coach

Cuento chino

Un viejo cuento chino relata la historia del pequeño Zhao, un niño que quedó huérfano de padre siendo muy pequeño y cuya madre, costurera, trabajaba día y noche para que él pudiera ir a la escuela. Lo malo es que a Zhao le gustaba holgazanear más de la cuenta y un día se cansó de estudiar, cogió sus cosas y regresó a su casa donde encontró a su madre tejiendo una pieza carísima en la que había invertido muchas horas de trabajo. Cuando la madre vio entrar a Zhao no se lo pensó dos veces: cogió unas tijeras y rasgó el tejido dejándolo inservible ante la cara asustada del chaval. “¡Hijo -dijo la madre- no te engañes: no estás tú ni la mitad de triste al verme destruir esta pieza que yo al ver que dejas la escuela!”. Zhao se sintió tan conmovido por aquel gesto que regresó inmediatamente a la escuela para convertirse en el mejor de los estudiantes. Sacrifico es renunciar a algo que es bueno por conseguir algo mejor. ¿Qué es lo que deseas alcanzar y qué supone para ti hacerlo? Sólo nos moveremos a la acción si se dan alguna de estas dos condiciones: que la recompensa sea lo suficientemente deseable y que el esfuerzo por conseguirla sea asumible aunque nos cause algún dolor. En un proceso de coaching analizamos no sólo qué es lo que quiere conseguir el cliente sino cuánto va a costarle hacerlo.

Por eso es un acto de toma de conciencia, algo que va más allá de un “darse cuenta”: es asumir qué se está dispuesto a hacer o a dejar de hacer en pos de explorar nuestras zonas de expansión. ¿Y tú? ¿Cuántas veces actúas como el pequeño Zhao renunciando a tus proyectos hasta que descubres que esa renuncia supone más para ti que el esfuerzo de seguir adelante aunque te cueste?
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