EL CHARCO HONDO

Fuchir

Están a tiempo. Tienen todo el margen de maniobra para recapacitar. Cojan aire. Reflexionen. Sorprendan para bien. Rectificar es de sabios. Más aún si, como es el caso, lo que se plantea es de sentido común en estado puro, sin conservantes, sin añadidos. Pueden arreglarlo en un minuto, justo lo que se tardaría en subir a los camellos a Melchor, Gaspar y Baltasar. Sesenta segundos bastarían para recuperar la cordura y hacer que, a ojos de los chiquillos, las cosas sigan siendo como solo pueden ser: con los Reyes Magos encima de los camellos. Nadie les va a afear que desanden lo andado. Se coge a Sus Majestades, se les sube y ya está, resuelto. Así de fácil. Y no, no hay que temer por los animales. A los camellos hay que transportarlos como debe ser y no de cualquier forma, es cierto, arréglese, que no pase lo de otros años. Garantizado ese asunto, no hay razón alguna para que en Santa Cruz bajen a los Reyes de los camellos. Si tanto preocupa el estrés de los animales, si ese es el problema, la solución no está en bajar a Melchor, Gaspar y Baltasar; ese no es el tema. Los animales no sufren por llevarlos encima, sino porque de años a esta parte tienen a los camellos con una batucada por delante y altavoces a todo meter por detrás. No, no vale el argumento de que los animales sufren con la música, el griterío, los petardos y los tambores. Si damos por buena esa razón lo suyo sería sacar a los camellos de la cabalgata, a todos, sin excepción; pero, no siendo así (y no lo será, porque habrá camellos cargando paquetes) el criterio se vuelve insostenible. No lo harán. A pesar de estar a tiempo, no rectificarán. Es una pena. Lástima. Si de Reyes Magos hablamos, las cosas deben seguir siendo como solo pueden ser, con Melchor, Gaspar y Baltasar subidos a tres camellos. Y si el camello se fucha (o afucha, como se prefiera decir), se espera un poco y listo. Se han pasado cuatro pueblos, y lo saben.