eL CRÁTER

Granizaba

Durante el trayecto de la guagua a la Universidad de La Laguna, donde cursábamos el curso puente de Geografía e Historia, fijamos nuestro primer encuentro para el fin de semana. Transcurría esa mañana entre aulas de la vieja facultad del edificio central universitario. Esa mañana del 30 de enero, jueves, el príncipe Felipe, al cumplir 18 años, juraba la Constitución como heredero de la Corona. El domingo, 2 de febrero, día de la virgen de Candelaria, acudimos a la cita vespertina en la parada de guagua y decidimos subir a La Laguna.
El primer café, en el 7 Islas, en Heraclio. Los periódicos locales destacaban ese domingo con grandes alardes tipográficos el nombre de la reina del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife con la fantasía Sangre de volcán, elegida la noche anterior en la primera de las tres galas que se celebraron en la plaza de toros. Último año sin temática de carnaval. Una semana más tarde, en pleno carnaval, la Billo’s haría bailar a una multitud disfrazada a los sones de Oye, Plátano maduro o Abusadora. Hermoso carnaval. “Mira ese barco entrando en la bahía…” ¡Qué melodía! ¡Qué cadencia! La tarde del 2 febrero, la de aquel domingo, que se anunciaba fría y lluviosa, discurría entre conversaciones por algunos bares míticos universitarios, como el Benjamín. Allí comprendí más tarde su fama como templo de la convivencia.

Yo procedía de un lugar donde la convivencia, tal y como se entiende hoy en día, estaba en entredicho. Eran los años de plomo. Hace una semana, en aquella tierra, San Sebastián se estrenaba como capital europea de la cultura para 2016 bajo el lema Cultura para convivir.
El acto central simbolizaba la construcción de un puente para la convivencia. “La convivencia es un puente que se cimienta en la diversidad y se sostiene gracias al diálogo. Crúzalo. Y cuídalo porque lo construimos día a día. Crucémoslo juntos”, difundían por megafonía.
Estos días Felipe, ya rey, trata de impulsar el diálogo entre la diversidad para construir un puente de convivencia. El día 2 recibe a Sánchez por la mañana y a Rajoy por la tarde. Aquella tarde de domingo del 2 de febrero, en La Laguna, seguía su curso. Al salir de la cervecería La Catedral ella y yo comenzamos a cruzar el puente de la convivencia. Sí, era 1986. Hace treinta años. Y granizaba.