el golpito

Homenaje a los emigrantes

Hoy, en este nuevo y joven año 2016 del siglo XXI, quiero rendir homenaje a todos los emigrantes del mundo. Personas que decidieron un día del pasado dejar atrás todo, con el objetivo de buscar un futuro mejor. Unos lo consiguieron. Otros, fueron víctimas de la sed, hambre, enfermedades y del propio sufrimiento de las travesías. Algunos dicen o creen que todo tiempo pasado fue mejor, pero solo se trata de una postura pesimista que no confía en el progreso de la Humanidad, sino que defiende la realidad vivida en años anteriores. Otra posición filosófica, más asentada en la realidad, sostiene que el pasado debe ser recordado para rescatar lo positivo y para no repetir los errores. En este sentido, el pasado sería la base sobre la cual se construye el presente y se planifica el futuro. Cierto es que todo pasado está enterrado en la Historia de la vida de la humanidad. Un pasado que en otra época fue un joven presente de la vida y la muerte. Sin embargo, entiendo que todo pasado o ayer, antes de morir, dejó secuelas; conciencias, remordimientos, sufrimientos, vivencias, felicidad, sueños, deseos e ilusiones y muertos. El presente no puede olvidar que todo pasado fue un momento puntual en la vida de muchas personas, en el modelo de vida de las sociedades del mundo y en las culturas políticas y económicas. ¿Quién puede olvidar lo que fue la emigración Canarias-Venezuela? Una tierra de gran corazón; generosa, solidaria y de grandes oportunidades para muchos emigrantes. Maletas de madera; que un día decidieron viajar en barcos de velas y motor. Maletas desnudas de valores materiales; solamente rellenadas por una muda de ropa sin planchar; un poco de gofio, un trozo de tocino y una docena de higos pasados. Pequeñas embarcaciones de madera y hierro que desafiaron con sus proas las embestidas del Atlántico; aguas saladas que cubrían con sus embestidas furiosas las cubiertas de aquellos barcos, que en muchas ocasiones, parecían pequeñas bañeras en medio de fuertes oleajes, vientos huracanados maldecidos e invocados por los dioses griegos, unido a las grandes corrientes marinas que parecían atraídos por los cánticos de las sirenas de Ulises; maderas cubiertas de sales marinas y yodo nacidas de las profundidades coralinas entre el océano Atlántico y el Caribe. Mar y tierra fue el techo de cientos de emigrantes canarios en sus duras travesías entre continentes caprichosos y escultores de sus propias profundidades. Aposentos convertidos en ridículos e incómodos habitáculos que servían como bodegas en los cascos de las embarcaciones de mercancías y de tumbas de vidas humanas. La Marquesina, lugar de actividad comercial por la presencia de cambulloneros; soldados y trabajadores. Muelle de Santa Cruz, teniendo como vigilante la Farola del Mar y el Barco de la Luz. Noche de incertidumbre y de ignorancia infantil, especialmente cuando fui al muelle de Santa Cruz de Tenerife a despedir a un emigrante. Ese fue mi padre, el cual embarcó en el buque Irpinia con destino a Venezuela.