A veces soy humano

Los interpretadores

Que la clase política tradicional de este país ha seguido un camino divergente a la sociedad y ciudadanos a los que se supone que representa, era un hecho innegable hace tiempo. La novedad es que ese mensaje, que por cierto muchos líderes políticos ya decían haber recibido hace ocho años, ahora ha sorprendido en pleno rostro a más de uno y una. Esto ocurre cuando la política se hace a golpe de latiguillos, de frases hechas más o menos ocurrentes y de cánticos corifeos entonados por la corte de afines de uno u otro partido político.

A pesar de ello, esta descripción llana, simple y sin pretensiones, al alcance del entendimiento de cualquiera, sigue resistiéndose a los profesionales de la vida política, utilizando este último término en un sentido completamente peyorativo. Chirrían en el raciocinio de cualquier persona con un espíritu democrático medio las declaraciones, predicciones, vaticinios y, sobre todo, las interpretaciones que lanzan al viento algunos de los resultados electorales del pasado 20 de diciembre. Estos interpretadores, inventándome la palabreja, no son neófitos en el ruedo de la vida pública, muy al contrario, algunos ya acumulan decenios cobrando su salario de las arcas públicas. Bordeo el abismo del hastío creyendo que estos personajes tendrán, algún día, la decencia de permanecer mudos aunque sea por vergüenza. Son estos mismos interpretadores capaces, aprovechándose de la desmemoria generalizada de esta sociedad instalada en la versión más chusca del hedonismo, de haber dicho exactamente lo contrario a su discurso actual hace tan sólo seis meses. Para adornarse utilizan tics de tiempos pretéritos, entonando bajo su verbo la interpretación “verdadera” de lo que ha dicho el pueblo español a través de las urnas. Arrogados de esa sabiduría divina, que nadie les ha conferido, insisten con un tenue paternalismo sobre lo que le conviene al país y sus habitantes.

Desde la desnutrición ideológica que profeso actualmente, pido a un Dios en el que no creo que nos libre de los interpretadores, de estos profetas, tarotistas de madrugada, tahúres de voluntades que poseen la capacidad de contradecirse, en virtud de sus intereses, varias veces al día sin sonrojarse, ni apartar esa mirada ensayada para la televisión.

@felixdiazhdez