maldito parné

País

Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Esta frase, atribuida al mariscal Bismarck, ha circulado por las redes sociales estos días por las escenas que se vivieron la pasada semana en la constitución del Congreso de los Diputados. No sé si Bismarck dijo o no esta frase, pero desde luego, no puede ser más cierta. Somos el único país capaz de autodestruirse asimismo y no morir en el intento. Somos capaces de vibrar con la selección española cuando gana el Mundial o la Eurocopa, pero a la vez quemar la bandera cuando se la relaciona con política o la Monarquía. Se nos pone el pelo de punta cuando suena el himno de España cuando Rafa Nadal gana el Roland Garros, pero también lo pitamos delante del rey cuando el Barcelona juega, cosas de la vida, precisamente la Copa del Rey. Somos capaces de criticar nuestro sistema educativo, pero no nos damos cuenta de que, por ejemplo Canarias, es la región donde más se ve Mujeres Hombre y Viceversa. La inmadurez democrática de España hace que seamos capaces de avergonzarnos de nuestro país de una manera masoquista.

Todavía, en pleno siglo XXI, somos capaces de pensar que el que va de chaqueta y corbata es del Partido Popular (PP) o el que lleva la pulsera con la bandera española es un facha. El empresario siempre es el explotador y el empleado el explotado. Que Cataluña quiera mandar a España a freir espárragos, pero que el Barcelona siga jugando en la Liga Española. Es verdad que España ha cambiado, pero ¿tanto? A lo largo de esta legislatura, si no hay elecciones antes, ¿oiremos soluciones y propuestas? o ¿críticas a vestidos, peinados y piojos? ¿Llegó la hora del populismo y de los titulares? o del ¿diálogo y el consenso? ¿Alguien recordará que en España hay cuatro millones de parados y una situación económica cogida con alfileres? Porque me importa un bledo como va vestido cada uno, si se lava o no, o si es conveniente llevar a los hijos a los puestos de trabajo. Sinceramente no me afecta. Me podrá parecer bien o mal, correcto o incorrecto, pero nada más. La educación y el respeto no depende ni de las clases sociales, ni de la ideología, ni del tiempo; se tiene o no se tiene y allá cada uno con lo que hace. Acabando con otra frase del mariscal Bismarck (eso dicen): “Lo más increíble de España, es que con una clase política tan inepta todavía exista el país”.

@MariaFresno72