el diván

Prevención al ‘bullying’ desde las escuelas

Desgraciadamente, está siendo noticia en la actualidad la práctica del acoso escolar también llamado bullying. Importante tema que se debe tratar desde el ambiente familiar y desde las escuelas ya que, tanto las agresiones físicas repetidas a lo largo del tiempo, el aislamiento como el maltrato intimidatorio y verbal, da lugar a numerosas consecuencias psicológicas que sufre la víctima (ansiedad, miedos, trastornos del sueño, trastornos de alimentación, cambio de estados de ánimo, baja autoestima, disminución del rendimiento académico), y que en muchos casos, ha llegado al extremo del suicidio. Es cierto, que el bullying es difícil de detectar ya que se caracteriza por el silencio del afectado a parte que, la práctica de este acoso suele ser en lugares estratégicos como el recreo, los baños, partes del patio con poca visibilidad, a la salida del recreo evitando siempre ser vistos por los adultos.

¿Cómo podemos prevenirlo desde los colegios? Lo ideal es detenerlo antes de que comience y para esto como educador, profesor o director de un centro, debemos estar muy atentos a pequeñas señales. Los momentos de acoso se producen cuando los profesores no están presente por lo que tendremos que estar atentos a las relaciones de los alumnos y alumnas en los pasillos, recreos, en el comedor o cualquier otra zona de riesgo. Atender las quejas insistentes de insultos, humillaciones, motes, rumores falsos, desprecios en público. En ocasiones, tanto la familia como el personal educativo podemos cometer el error de pensar que “son cosas de chicos” y puede ser que sea el caso pero, debemos indagar si tan solo se trata de esto. Revisar pintadas por ejemplo, en las puertas de los baños y observar que nombres e insultos aparecen habitualmente. Detectar los cambios inexplicables de estados de ánimo o comportamiento. Generalmente se aíslan, se muestran poco participativos y comunicativos. Suelen evitar las salidas como excursiones en grupo y asignaturas tales como el deporte puesto que en el patio no están tan controlados por el profesor como se está en el aula. Tener por escrito a la vista del alumnado las normas de convivencia y oposición a toda conducta de abuso. Fomentar a través de cursos, talleres o tutorías, relaciones de respeto, tolerancia y solidaridad en la escuela. No permitir risas o abucheos hacia otro compañero. De la misma manera, fomentar la aceptación a la diversidad (raza, cultura, religión, género). Lógicamente, estos valores es necesario que se trabajen e inculquen tanto en el ámbito escolar como en el familiar. Protocolos de actuación ante situaciones de violencia entre pares para así evitar casos en donde la justicia pueda actuar de forma arbitraria e injusta. Evaluar el acoso a través de encuestas anónimas, puede aportar un panorama claro de lo que está sucediendo. Mantener un buzón de sugerencias y de quejas siempre abierto, y tutorías individuales y de forma periódica con el alumnado, tratando de generar un clima de confianza e insistiendo que la información que se trate en esa sesión es confidencial. No es necesario golpear para hacer daño. Una palabra duele, el silencio duele, el desprecio duele, la indiferencia duele.