Desde hace semanas, la Unión Europea anda buscando soluciones comunes entre sus socios sobre las políticas aplicables a los refugiados políticos, pero también a los inmigrantes irregulares por razones económicas. Algunos acontecimientos de acoso sexual, robo o intimidación a mujeres, ocurridos en distintas capitales, sobre todo alemanas, en los que se han visto implicados solicitantes de asilo provenientes de Siria y de países norteafricanos, han destapado susceptibilidades y predispuesto a algunos grupos políticos extremistas contra las medidas de carácter humanitario estudiadas por la UE para dichos colectivos. Es bien cierto que tales incidentes, ocurridos con nocturnidad y alevosía, han suscitado cierta alarma social, pero existen ya leyes y procedimientos para cortar de raíz cualquier tipo de comportamiento incívico o delictivo. Y con más razón deben aplicarse a quienes, beneficiándose de la hospitalidad y deferencia del país de acogida, violenten las normas vigentes y se conviertan en protagonistas de actos punibles o reprobables. En este sentido, lo normal sería expulsar a refugiados o inmigrantes infractores una vez comprobados los hechos y aplicadas en su caso las penas jurídicas que procedan. Lo que no parece sensato es criminalizar a los extranjeros y colocar el foco de la sospecha sobre todos los miembros de colectivos foráneos quienes, en su inmensa mayoría, lo que pretenden es trabajar dignamente tras haber abandonado sus lugares de origen huyendo de la guerra, la pobreza u otro tipo de calamidades. Expulsar, pues, de Europa a criminales y delincuentes identificados, sí; revisar las políticas de asilo, visados, asistencia, ayudas financiera y humanitaria y sistemas de acogida, no… salvo que sea para mejorar la actual situación. Otro tipo de respuestas desproporcionadas y xenófobas, incluida la incautación de bienes, no deben tener cabida en la Europa de los valores, los derechos humanos y las oportunidades de integración. Esta Europa es la que en 2012 recibió el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la solidaridad, la reconciliación y el trato fraternal. La misma que el pasado año recibió a cerca de millón y medio de solicitantes de asilo e inmigrantes de países con conflictos civiles o sistemas políticos inviables.
Refugiados e inmigrantes publicado por Leopoldo Fernández →