Los Reyes Magos y su pervivencia en la heráldica

Fernando D. Rossi Delgado

La Biblia menciona a estos personajes en los Evangelios de San Mateo, pero no habla de reyes, sino de magos. Teniendo en cuenta que fueron escritos en hebreo, es posible que una traducción posterior al griego fuera la responsable de la aparición de este término que, en principio, haría alusión a un sacerdote que emplea la magia, práctica ésta que desde temprano fue rechazada por los cristianos al ser una actividad poco religiosa. En el siglo V el papa San León el Magnífico les “concedió” la condición de monarcas del Oriente que existieron en la época de Jesús, estableciendo en tres su número: tres fueron también las ofrendas. Dos siglos más tardes en Excerptiones Patrum, supuesta obra de Beda el Venerable, se describen por primera vez: “El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba… fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena, testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir”.
Una de las primeras referencias heráldicas a los reyes Magos de Oriente las encontramos en el blasonado que figura en el Armorial de Gelre, impreso en el siglo XIV, en el que se representan, empleando la forma del escudo francés antiguo a los escudos heráldicos de estos. En realidad entre los siglos XIV y XVI son varios los armoriales que recogen las armas “reales” de los magos bíblicos. Así encontramos el Haggenberg armorial, 1466-1470, que llega a datar el fallecimiento de Gaspar en Armenia en el año 54 d.C. Otro es el armorial Wappenbuch, pasado el 1500, que recoge escudos tanto alemanes como de otros territorios. Sir David Lindsay of the Mount, conocido también como rey de armas, menciona esta armas, añadiendo un lema en el que nos dice que Melchor era de Arabia, Gaspar de Persia y Baltasar de Saba. En territorio español, las volvemos a encontrar en el llamado Nobiliario más Copioso, en este caso del español Diego Hernández de Mendoza. Son escasas las diferencias entre estas representaciones, en general coinciden en asignar, en campo de azur una media luna vuelta siniestrada de una estrella, para Gaspar; de azur, seis estrellas de oro, para Melchor y, en campo de oro, un moro vestido de gules portando un estandarte.

En la obra Historia Trium Regum, atribuida al monje Juan de Hildesheinn, se nos dice que muchos años después de la Adoración volvió a aparecer una estrella sobre las ciudades en las que habitaban, antes de Navidad, para indicarles que sus vidas llegaban al fin, “…luego de un consentimiento que construyeron, en la Colina de VAWS, una tumba justo y grande, y allí a los tres Reyes Magos

…murieron y fueron enterrados en la misma tumba de su gente con dolor”. Allí, supuestamente, los encontró Santa Elena, madre del emperador del Imperio romano Constantino I y fueron trasladados hasta la ciudad de Milán por Federico Barbaroja dentro de un relicario que Reinaldo de Dasselen, arzobispo de Colonia trasladó, definitivamente, hasta la catedral de Colonia en 1164. La presencia de este venerado relicario, más allá de que los restos que contiene sean o no carbónicamente coincidentes en el tiempo con el que debiera corresponder a quienes vivieron hace más de dos mil años, es uno de los factores que ha facilitado la incorporación de esta simbología al ámbito gentilicio y su reflejo en el blasonado de sus escudos heráldicos. La propia ciudad de Köln (Colonia) tiene como patrones a los Reyes Magos y como patrona a Santa Úrsula, ambos están representados en sus armas heráldicas; los primeros por la presencia de tres coronas de oro y la segunda por 11 llamas que simbolizan a las 11.000 vírgenes que fueron, según la leyenda, junto a la santa. Esta antigua vinculación de Colonia con la leyenda de los Reyes Magos la encontramos también en el Livro do Armeiro-Mor de Portugal, que datado en 1509 lleva en su página 49 las armas de los llamados reyes de Colonia; precisamente un escudo que en campo de azur trae tres cabezas colocadas en bandas, coronadas de oro. En Francia, en general en territorios bajo la influencia de los Habsburgo, también encontramos ejemplos de esta influencia en la heráldica municipal. Así hallamos las armas del municipio del Alto Rin, que traen en campo de gules una banda de oro acompañada de seis coronas del mismo, tres en jefe y tres en pico invertidas. Lo mismo ocurre con el blasón de la abadía de Lieu-Croissant, lugar en el que se detuvo la comitiva que trasladaba las “reliquias” de los reyes magos desde Milán hasta la catedral de Colonia. En este caso, en campo de azur tres coronas de oro ordenadas en faja, superadas por una estrella de plata de ocho puntas en jefe. En territorio español también hay algún ejemplo de pervivencia de la simbología que nos entretiene, concretamente en el reino de Valencia, el antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes, hoy biblioteca valenciana, contiene varias referencias a los Reyes Magos; una de ellas, en forma de escudo, bajo el altar mayor, en el que aparecen representados tres cálices que nos recuerdan las ofrendas realizadas ante el Niño Jesús: el oro, la mirra y el incienso. La presencia de estas referencias de la tradición cristiana la podemos encontrar en que sus fundadores, los duques de Calabria, Fernando de Aragón y Germana de Foix, se decían descendientes del rey Baltasar. Pero la relación entre los magos de Oriente y la heráldica no se limita al territorio europeo. Los procesos colonizadores tras el descubrimiento de América y la traslación de la cultura de origen hace que también encontremos la influencia mágica en estos territorios. Así con la Ville de LÈpiphanie, municipio del Canadá francés, en Quebec, encontramos una doble referencia a estos personajes, en el sobre todo, su escudo lleva un escusón de azur cargado de tres coronas de oro, dos en jefe y la tercera en punta, al corazón estrella de plata de cinco puntas. Las coronas en recuerdo de los Reyes Magos y la estrella es la de Belén. Todo ello sostenido por dos ángeles que evocan la anunciación, sobre el lema Vidimus Stellam (Vimos la estrella). En América existen varios ejemplos. En la parte española, Pizarro hizo coincidir la fundación de Lima con el día de la Epifanía del Señor y le dio el nombre de Ciudad de los Reyes, a la que Juana I le otorga un escudo de armas que, de azur, lleva tres coronas de oro de reyes y entre ellas una estrella también de oro. Estos motivos se reproducen en el segundo cuartel del emblema de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos. En Buenos Aires, el púlpito de la iglesia de Nuestra Señora de los Reyes Magos se adorna con un escudo cargado con iguales elementos. Los Estados Unidos, por otro lado, no son ajenos a este rastro mágico, así las armas de la diócesis católica de Sioux City (Iowa) son un escudo de oro con tres cruces treboladas de gules, rodeada de uróbolos de gules y, en jefe, tres coronas de oro.

De la misma forma la heráldica gentilicia también refleja la importancia de estos personajes, incluso como elemento justificativo de la nobleza y antigüedad de una familia. Así, en el Generalife de la Alhambra encontramos el escudo de los conde de Tendillas que acola su escudo con una estrella en recuerdo a la que los guio hasta Belén. En Cuenca, las armas de los De Cuenca llevan un escudo con un brazo que sostiene un cáliz de oro superado de una estrella de ocho puntas, de plata, estrella que los guio a la conquista de la ciudad. En Francia encontramos a la familia de los Des Baux, una de las más importantes de la baja Provenza hasta su toma por el conde de Barcelona, que, se tienen por descendientes de Baltasar. Los Des Baux llevan un una estrella de plata de diez y seis puntas en campo de gules. La rama que se une con los Orange cuartelará su escudo, situando en los cuarteles segundo y tercero, de oro, un cuerno de caza atado de gules. Las armas de esta familia son las que porta la Villa Les Baux-de-Provence.
Recientemente, la autoridad heráldica de Canadá ha procedido al registro de las armas heráldicas de Jacques Pierre Périgny que en campo de plata lleva una venera de gules cargada de una estrella de siete puntas y en jefe de gules un corazón de plata, flanqueado de dos hojas de robles del mismo metal. En la justificación de los elementos que componen este escudo afirma que la estrella simboliza la epifanía y a los Reyes Magos, lo que no deja destacar la actualidad y pervivencia de estos elementos de la tradición cultural cristiana.

*PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD DE ESTUDIOS GENEALÓGICOS Y
HERÁLDICOS DE CANARIAS