TRibuna villera

El 23F de 1981

Si no recuerdo mal, el 23 de febrero de 1981 era lunes y esa tarde el Congreso de los Diputados volvía a reunirse, por segunda vez, para decidir la elección del sucesor de Adolfo Suárez, presidente del gobierno de la España democrática nacida con la Constitución de 1978. La UCD había propuesto al candidato Leopoldo Calvo Sotelo para sustituir a Suárez, quien había presentado su dimisión el 29 de enero anterior, día de mi cumpleaños, porque estaba aburrido y cansado de la crisis política generada en el país por mor de la intolerancia de algunos personajes, grupos e instituciones, derivada principalmente de la legalización del Partido Comunista liderado entonces por el diputado Santiago Carrillo, así como de algunos actos terroristas. Entre las cinco o las seis de la tarde de ese lunes inolvidable, recibí una llamada de un amigo palmero, perteneciente al Partido Comunista, advirtiéndome de lo sucedido en Madrid con el asalto al Congreso de los Diputados por parte de un grupo de guardias civiles encabezados por el teniente coronel Tejero, en un momento de la votación de investidura del nuevo presidente de Gobierno.

Me encontraba solo en casa porque mi mujer había marchado a Santa Cruz de Tenerife con mis hijos, ya que iban a participar en unas jornadas de natación con el C. N. Martiánez. Yo tenía que subir además a La Orotava para preparar con los compañeros de la AIO el pleno del día siguiente en el Ayuntamiento de la Villa. Al llegar a la plaza del Calvario me paró un amigo socialista, compañero de Corporación, para comentarme también las incidencias en la sede del Congreso amenizada por música militar. Me dijo que había recibido instrucciones de su partido y de la UGT para esconder todos los archivos y documentos de su organización política y sindical. Lo que sucedió luego en el despacho de mi hermano Francisco, abogado, y a la sazón alcalde, no tiene desperdicio. Isaac Valencia, Luis Melo, Pedro Delgado, Mensa y Ana María saben perfectamente a lo que me refiero. Esa noche salió el rey Juan Carlos por la televisión y parece que mandó a parar el desarrollo del golpe de estado. El elefante blanco se detuvo y surgió un Gobierno provisional de subsecretarios con sede en el Hotel Palace presidido por Paco Laína, a quien había conocido en La Gomera en mi etapa profesional en el Icona. En el pleno del martes 24 de febrero propuse a la Corporación la Medalla de Oro de la Villa al rey Juan Carlos por su negativa al golpe y fue aprobada por unanimidad. Ciertamente la Casa Real tardó en aceptarla, pero al fin una delegación municipal acudió a La Zarzuela.