crítica

Cámara en estado puro – Por Lourdes Bonnet

Dentro de la oferta del Festival de Música de Canarias, en esta edición contamos con un ciclo de cuatro conciertos de cámara. El pasado día 3 de febrero el turno fue para el Trío Arbós, formación que cuenta con una destacada trayectoria desde hace dos décadas. Círculo, fantasía para piano, violín y chelo de Turina, fue la obra elegida para comenzar el concierto. Ciertamente crearon una bella sucesión de cambiantes colores que muestran el avance del Amanecer pasando por el Mediodía hasta llegar al Crepúsculo, título de los tres movimientos de que consta la partitura. El conjunto deja patente desde el primer momento la cohesión interpretativa y una gran solidez en el trabajo realizado, aunque los resultados no sean siempre tan satisfactorios. El Trío Nr. 1 de Saint-Saëns es una obra de gran dificultad y sin lugar a dudas la que contó con una mejor interpretación, especialmente por el espléndido trabajo de la violinista Cecilia Bercovich. Mientras ella hacía crecer la interpretación, J. M. Gómez al chelo parecía querer retrasarla, la tornaba más íntima y menos expansiva, mientras que J. C. Garvayo al piano mostraba luces y sombras que sólo se difuminaban gracias a las dirección musical de Bercovich. El concierto culminó con el Trío Nr. 1 de Mendelssohn. Desde los primeros acordes, otra expresividad inundó la sala, otra manera de sentir. El Romanticismo nos fue presentado nuevamente por Bercovich, aunque no siempre fue seguida por sus compañeros. Si el chelo se quedaba con más frecuencia de la deseada en un segundo plano aún llevando la voz cantante, el piano osciló entre momentos bellos y otros totalmente fuera de estilo, más llamativos si cabe por las enormes diferencias interpretativas con Bercovich.

Gracias a esta espléndida violinista y a la fuerza que transmitía el conjunto defendió el programa con dignidad. El trabajo de conjunto quedó patente a lo largo de todo el concierto, pero también las diferencias entre ellos. Gracias a Cecilia Bercovich, sin duda es el alma del Trío Arbós, el concierto tuvo una direccionalidad, una intención y un derroche de expresividad seguido de manera caprichosa por sus acompañantes.