el charco hondo

Clásico

Llámame clásico si quieres, pero soy de los que creen que burlarse de un presidente del Gobierno haciéndose pasar por Carles Puigdemont es una falta de respeto. Llámame clásico si quieres, pero no me gustan las manifestaciones junto a la puerta de un Parlamento o que una aspirante a alcaldesa diga públicamente que el actual delegado del Gobierno se pone guapito para ir a los actos. Llámame clásico si quieres, pero soy de los que quieren que Canarias la gobierne el Gobierno, no los ayuntamientos; de los que consideran un error apostar, como se está haciendo, por convertir al Archipiélago en una confederación de municipalidades. Llámame clásico, pero soy de los que creen que lo sustancial es el criterio de uso del suelo, defender un modelo de Canarias, una filosofía que nos identifique; el asunto central es contar con un marco que sin desatender las particularidades insulares, comarcales o locales garantice un criterio coherente en la gestión del territorio; ese es el epicentro, el resto, la necesidad de mejorar mecanismos y aligerar los trámites para facilitar la generación de economía y empleo deben ser herramientas al servicio de ese modelo en común, objetivos que nunca se han conseguido dejándolo en manos de los ayuntamientos -provocando, con tal esquema, que la gestión del suelo quede en manos de ochenta y ocho gobiernos de Canarias-. Llámame clásico si quieres, pero soy de los que consideran que es fundamental que las decisiones sobre el modelo de Canarias las adopte el Gobierno de Canarias, o que el lento pero constante reforzamiento de cabildos y ayuntamientos en detrimento del papel del Gobierno huele más a la articulación de Coalición -a lo AIC- que a la vertebración de Canarias. Llámame clásico si quieres, pero soy de los que confía en que el trámite parlamentario sirva para reivindicar que Canarias se gobierna desde el Gobierno y no desde los ayuntamientos. Soy un clásico, no un antiguo, dijo una vez Anguita.