SUPERCONFIDENCIAL

Las dimensiones de las cosas

1. Es curioso cómo cambian las dimensiones de las cosas y de los paisajes cuando uno va creciendo. De chico, una excursión al parque Taoro desde mi casa en la plaza del Charco, o a la playa de Martiánez, parecían una enormidad. Ahora paseo por estos dos lugares, desde la misma plaza, y están ahí al lado. No sé si cuando me haga más viejo, y camine peor, las distancias se me volverán a echar encima. La gente iba a Punta Brava en guagua, en la guagua de don Agustín el Conchito, la más lenta del mundo. Y a Martiánez también, en vez de caminar por el paseo de Los Tarajales, espacio que hoy ocupa, desde San Telmo, la avenida de Colón. Cómo cambian las distancias con el tiempo. Cómo cambian los paisajes. Me viene esto a la memoria cuando paseo por el Puerto de la Cruz, entre guiris viejos y tiendas cutres que no venden sino salvavidas de plástico y loros de fieltro. No sé para qué tanto loro y tanta tienda de turistas en las que no se encuentra absolutamente ningún objeto de calidad.

2. Pero yo iba a las dimensiones de las cosas. De niño, las distancias al punto de referencia principal, que era mi propia casa, eran enormes. A medida que uno crece van reduciéndose. Yo no iba hasta la playa solo jamás, sino con mi familia o con un grupo de amigos; enterrábamos tesoros en ubicaciones determinadas del Taoro, para buscarlos siguiendo algunos mapas que se filtraban en el colegio. Y el Taoro estaba muy lejos. Me llevaba al colegio Melchor, que trabajaba en casa, un republicano bondadoso sacado de la cárcel por mi abuelo, que insistió falsamente en su franquismo para salvarle el pellejo. Siempre trabajó en casa y lo mismo limpiaba una lámpara que cuidaba al burro. Tipo estupendo.

3. Qué tiempos. Ahora, cuando ya soy mayor, no leo sino estupideces como que Martinón, el gobernador que dejó entrar la policía a la universidad, hoy rector, quiere suprimir la capilla del centro docente lagunero. ¿Se imaginan que los rectores de Harvard, de Georgetown, de Oxford suprimieran las capillas de sus universidades? Martinón denunció a un periodista, siendo gobernador civil, por decir éste que el poncio tenía cara de mero a la plancha. Y la verdad es que la tiene y con los años, más. Este PSOE es un disparate.