Oculto en el desván de su colegio, Bastian engulle durante las horas de clase, no recuerdo el motivo que le lleva allí, un libro ininteligible, al menos para él, que tenía como titulo el mismo que la película que ahora relato. La historia interminable. El libro relata la lánguida destrucción del Reino de Fantasía. Una especie de Nada recóndita y misteriosa, que va arrasando todo el país y a todas las criaturas que lo habitan.
A medida que avanza en su lectura, Bastian se da cuenta de que la salvación de Fantasía depende de él. De que consiga entrar dentro del libro… Hasta aquí es una historia preñada de fantasía al igual que el país donde se desarrolla. En esta que empiezo ahora, casi es igual, pero el país es España y las criaturas nosotros y la nada fueron muchos y hoy son los salvapatrias, si a ellos les preguntamos, pero engullen mucho y la exigencia es demasiado cara y muy costosa pues se fertiliza con corrupción.
La coherencia es un bien que yo hoy veo en peligro, y si me apuran, en extinción. Traigo esto a cuento tras el resultado electoral del 20D y es que veo cómo algunos podían entenderse como tales, como coherentes digo, no me refiero a los tertulianos Inda o Marhuenda, sino a figuras que fueron relevantes en la política de la nación, viejas guardias, por emplear sus propios términos, los Jarrones Chinos.
Según leo, veo y oigo, Pedro Sánchez es culpable de todo, y lo cierto es que muchas de esas culpas es el quien se las busca, pero no todas; mira por donde, el sábado pasado dejó a muchos barones y a propios y extraños con un palmo de nariz fuera de su lugar. Para ello, actuó con una medicina que han rechazado hasta ahora, que es la democracia participativa, y propuso que fuera la militancia la que decidiera quiénes han de gobernar. Paró momentáneamente esa vieja y caduca política que es la que los salvapatrias quieren hacer prevalecer, la democracia representativa.
Parece como si hubiese una consigna, para todos a una, atacar al ínclito sujeto. Esto que relato no es de Sánchez, pero está en medio, vean cómo Felipe González se ofreció a interceder entre Sánchez y Rajoy. Sus críticas a Podemos han sido constantes, críticas más propias de un rebote contra Maduro, por haberle colocado en su sitio, que con el grupo político de la democracia participativa. Este hombre se pasa las horas dando lecciones de moral sobre lo que acontece en Venezuela, olvidando, por ejemplo al señor X del GAL. Isidoro, que todos sabemos de todo y todos y lecciones de moral las justas, por favor. Hoy Felipe es igual que Perón. Cuentan en Argentina, que iba Perón en el coche y el chófer, al ver una bifurcación, en un lado y otro de la carretera, le pregunta al populista presidente. ¿Vamos a la derecha o a la izquierda? y Perón contesta: “Pon el intermitente a la izquierda y coge la derecha”. Por otro lado, seguimos oyendo al popular Aznar pidiendo responsabilidades económicas y penales por financiación ilegal a los mismos de Podemos y él, con la sede del partido que rigió, financiada en negro, con la rapiña de las comisiones obtenidas ilícitamente por adjudicación de obras publicas.
Uno y otro exgobernante tienen mucho miedo, ante la posibilidad de que España caiga en las manos del “populismo latinoamericano”, a decir de ellos mismos, y se convierta en el escenario donde Errejón, con esa cara de buena gente, pueda, si llega al poder, con su pericia, imponer las tesis del postmarxista Laclau, teórico de la hegemonía, fallecido hace poco tiempo en Argentina, politólogo que era temido en los ambientes del neoliberalismo, por su férrea oposición y agria crítica a las políticas puestas en práctica por el capital en Europa. Los dos expresidentes, a quienes ni siquiera el protocolo logró sentar juntos, durante años. Tuvo que ser el “rey emérito”, para mí en minúsculas, el que lo alcanzó, conjuntamente con Zapatero y Rajoy. Es que andan seriamente preocupados, por el presente y el futuro de los partidos, que algún día lideraron o por la propia corona que les protege. Bien es verdad, que lo desconozco, si la preocupación puede alcanzar también a las puertas giratorias, seguramente algo hay.
Si nuestros expresidentes, a ti Mariano te tengo incluido entre ellos, tuvieran la capacidad cerebral del elefante, vamos, estuvieran dotados de inteligencia, ya hubieran cogido la senda que les lleva al final. Un silencio, por favor.