Más vale tarde que nunca y nunca es tarde si la dicha es buena. Enlazo dos expresiones típicas del refranero español para referirme a la decisión histórica de la Mesa del Parlamento de Canarias, que preside Carolina Darias, de aprobar una resolución de adhesión institucional a la conmemoración del Día Europeo de la Memoria del Holocausto que tiene lugar cada 27 de enero. Una resolución que llega justo once años después de que el Parlamento Europeo instituyera el 27 de enero de 2005 como Día de la Recordación del Holocausto o de la Shoah coincidiendo con el 60 aniversario de la liberación del campo de concentración y de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Esto viene a demostrar que no cayeron en saco roto las sugerencias manifestadas con anterioridad en la prensa tinerfeña y en DIARIO DE AVISOS por quien suscribe estas modestas líneas y, de seguro, el apoyo manifestado por el periodista Salvador García, allegado a la institución regional, un hombre sensible con esta y otras muchas causas sociales y humanitarias, no sólo propiciando que se tuviera en cuenta esta conmemoración, sino en ocasiones precedentes exponiendo este asunto al Grupo Socialista del Parlamento Autónomo en la pasada legislatura.
El Ayuntamiento del Puerto de la Cruz aprobó, en el mandato del socialista Salvador García Llanos, una resolución para la recordación de las víctimas del Holocausto, todo un precedente en las Islas que yo sepa y que se anticipó en el tiempo a la adhesión corporativa de la Mesa del Parlamento de Canarias.
Quede constancia pública de este espacio que me brinda generosamente DIARIO DE AVISOS para transmitir la gratitud de la Comunidad Judía de Tenerife, representada en nuestro presidente, Rafael Abecassis, por el gesto del Parlamento de Canaria de sumarse a otras tantas instituciones españolas y europeas al recuerdo de las víctimas de la Shoah o del Holocausto, con la esperanza de que se prodiguen en el futuro actos conmemorativos para que no se pierda la memoria y para que el conocimiento y la sabiduría sean las herramientas fundamentales para evitar que acontecimientos que horrorizaron y marcaron a la Europa de la primera mitad del siglo XX no se repitan jamás y para que sean el antídoto contra el olvido y la banalización del sufrimiento y la muerte que acabaron con seis millones de vidas humanas.