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Llega el fin de semana, ¿y ahora qué digo?

Bueno, llega el fin de semana, llega el sábado, llega el domingo y veo, con pavor, cómo son los demás quienes lo han contado todo. No me han dejado nada. Ni siquiera me han dejado contar lo de la otra Oramas -Pía, Pía-, que ha armado un embrollo en el asunto Teresitas, civil y penal, que hay dos Teresitas. Y en cuanto a los pactos, ¿qué decir de los pactos?: los políticos me aburren, la situaciones que crean me causan pavor e informativamente hablando no valen nada, porque cambian cada media hora y esto no lo aguanta el papel; si acaso, los digitales. La verdad, estoy desasosegado por lo que estoy viviendo y hago esfuerzos ímprobos para que el pesimismo no se apodere de mí.
Y más cuando acabo de escuchar a Albert Rivera decir que los 63 folios que firmó con Sánchez el Magnífico no valdrán de nada si éste no consigue formar Gobierno. Que si hubiera un escenario distinto, él ya no actuaría igual, como anunciando un pacto con el PP, antes de que queden fagocitados Rivera y su partido por unos o por otros. Qué terrible, qué desazón, qué desastre. Nadie sabe a qué atenerse y a lo mejor el martes va Podemos y se abstiene y tendríamos de presidente del Gobierno a la versión corregida y aumentada de ZP. O sea, el caos.
¿A quién quieren engañar? Creo que dije, aquí mismo, que el desocupado lector jamás debió hacer caso a las negociaciones entre unos y otros, ni a lo que dicen los atareados periodistas, que no informan sino que elucubran. Nada ha salido como se decía al principio. Empiezan a encenderse todas las luces de alarma, los capitales huyen, el Ibex caen hasta los siete mil y pico, la prima se dispara hasta los 150 puntos y las agencias de calificación bajan a España un peldaño. La deuda es equivalente al PIB. ¡Estamos arruinados, pero crecemos! Hay cosas de la economía que no se entienden, aunque ahora todos los periodistas se creen economistas.
Yo tengo un amigo psiquiatra que siempre cuenta la misma anécdota. Un señor va a su médico y le pregunta: “Doctor, ¿es verdad que todos los psiquiatras se vuelven locos?”. A lo que el doctor, sin inmutarse, le contestó: “No, la verdad es que todos los locos se vuelven psiquiatras”. Así es la política española: políticos que se creen Churchill, periodistas que se vuelven Keynes, tertulianos que están convencidos de que son un oráculo, programas de apología en los que uno se vomita. Así está el país, luchando denodadamente por recuperar la razón. Pero, ya lo saben, los locos se han vuelto psiquiatras.

En esa clave hay que entender, un suponer, al PSOE. Su pobre secretario general, agobiado por su presumible fracaso, cerca a los podemitas diciéndoles que cómo van a seguir el camino del PP en su abstención del martes. Y lo que no había ocurrido nunca: el tal Pachi López, al que yo considero un sectario irredento, echándole una mano a los suyos desde la presidencia del Congreso. Ni siquiera se molesta en aparentar neutralidad. Pachi López no era la persona ideal para este cargo. Está viciado de falta de neutralidad. Se me está pareciendo a Diosdado Cabello cuando presidía la Asamblea de Venezuela. Bueno, me va saliendo esto, pero ya todo lo han contado los demás. En Valencia, por ejemplo, los corruptos podrían llenar una plaza de toros; ha sido la mejor cantera que he conocido. Bueno, con permiso de Andalucía. La verdad es que hemos tenido suerte en Canarias. Hemos tenido gobiernos honestos y cuando ha aparecido algún caso de corrupción, en la mayoría de las veces se ha quedado todo en denuncia descabellada. Hombre, algo ha habido, pero comparado con las canteras godas, pura filfa.

Me las veo y las deseo, a pesar de mis desvelos, por traerles a ustedes algo que no hayan contado los demás. Canarias es el lugar con más medios de comunicación por metro cuadrado del mundo. Claro, es lógico. Los periodistas nacen por lo general en lugares donde reina el caos, esta es una profesión caótica. Maffiotte completó su catálogo de los periódicos canarios con cara de asombro. ¡Cómo pudo registrar tantos títulos en unas islas tan pequeñas! Y ahí están. Incluso hubo un País en Tenerife. Y unos versos, cuando cerró: “Aquí yace El País, triste y maltrecho;/todo lo hizo infaustamente/más una cosa hizo al derecho:/morirse de repente”.

En fin, que ha llegado eso que dicen los cursis, el finde, y yo sin comerme una rosca. Quizá decirles, repitiendo, que el otro día estaba en el Palacio de Justicia, escuché un revuelo, policías corriendo: un caco de los que frecuentan el lugar, por razones profesionales, se metió en el despacho de la secretaria de la Audiencia Provincial, Ana Torres, y le mamó el bolso. Es que este país no tiene remedio. Ya lo conté en mi artículo diario, pero la cosa tiene gracia. Ese Palacio de Justicia es una fuente inagotable de noticias, con el viento solano. En fin, que ustedes pasen un buen domingo, que mañana sigue declarando Urdangarin y esta semana el morbo se viste de gala: depone una infanta de España. ¡Dios mío, a dónde hemos llegado!